Ramatís

ser almas amigas y bienhechoras que, doloridas por la infelici-
dad ajena, aceptan la misión de recibir en su hogar a aquel que 
necesita de la vida física para librarse del cruciante fardo de su 
incúria mental. No olvidéis que Jesús desencarnó en la cruz del 
sufrimiento, pero desempeñando sublime misión salvadora de la 
humanidad terrestre, y no porque hubiese crucificado a alguien. 
no siempre el nacimiento de hijos deformados indica rescate 
kármico para los padres; muchos de estos son de corazón boní-
simo y de sentimiento espiritual angélico, y por ese motivo acep-
tan de buen grado la tarea de procrear en el seno de su familia el 
hijo o la hija que necesita materializar en la carne sus terribles 
aflicciones del pasado. ¡Cuántos progenitores atentos, que se 
sienten hasta venturosos con eso, rodean a sus hijos deformados 
de excepcional cariño, presintiendo en el prisionero de una silla 
de ruedas o en el lecho de sufrimiento, el alma que les rogó el 
amparo para cumplir su prueba de rectificación espiritual!

PREGUNTA: – En el caso de los xifópagos o criaturas uni-

das por sus cuerpos físicos y por tanto imposibilitados de vivir 
separadamente, ¿qué podéis decirnos?

RaMaTÍS: – en su mayoría, los xifópagos son portado-

res de un karma doloroso, pués que se trata de dos almas que 
desde largo tiempo se vienen odiando, en la estera de los siglos, 
sin oportunidad alguna de reconciliación amistosa. entonces, 
la sabia ley del progreso espiritual echa mano de recursos co-
rrectivos extremos, y las reencarna en la misma familia, pero 
uniéndoles sus cuerpos físicos con el fin de que, sometidas a 
las mismas necesidades, y debiendo luchar por la sobrevivencia 
recíproca, terminen por sentir mutuo afecto. espíritus enemigos, 
sintiendo mutuo odio, habiéndose destruido mutuamente tam-
bién, cuando vivieron en cuerpos separados, después que son 
sometidos a las cadenas de la xifopagia y enlazados por los mis-
mos intereses, se ven obligados a la solidaridad para sobrevivir. 
de ese modo, a través de la soportación compulsoria y de la for-
zada tolerancia mutua, se hace más corto el camino que ha de 
llevarlas a la definitiva simpatía y a la futura afección espiritual.

la “pareja” de almas encarnadas en dos cuerpos unidos in-

disolublemente, que la Medicina califica como “acontecimien-

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