Ramatís
mo físico, condicionado milenariamente a la alimentación
carnívora? En la seguridad que la naturaleza no procede a
saltos y que por tanto no puede adaptarse súbitamente al
vegetarianismo, consideramos que sería peligrosa cualquier
modificación radical en ese sentido. Nuestro proceso de nutri-
ción carnívora en sí es un automatismo biológico milenario,
que ha de exigir algunos siglos para lograr una adaptación
tan insólita. ¿Cuáles son vuestras consideraciones al respecto?
RaMaTÍS: – no sugerimos la violencia orgánica para
aquellos que no podrían soportar esa modificación drástica: a
ellos, les aconsejamos adaptaciones graduales del régimen de
la carne de cerdo a la del buey, del buey a la del ave, del ave a
peces y mariscos. después de un ejercicio disciplinado mediante
el cual la imaginación se higieniza y la voluntad elimina el ar-
diente deseo de ingerir los despojos sangrientos, tenemos la se-
guridad de que el organismo se hallará apto para ajustarse a un
nuevo método nutritivo de elevación espiritual. es natural que
todo exige un comienzo, y si desde ahora no hacéis un esfuerzo
inicial — que más adelante tendréis que enfrentar — es obvio
que han de persistir, tanto ese alegado acondicionamiento bio-
lógico, como la natural dificultad para una rápida adaptación.
Es inútil que establezcáis subterfugios para justificar vuestra
alimentación primitiva, inadecuada a vuestra índole espiritual.
Ya es hora de que os aseéis con el fin de adoptar un nuevo pa-
trón alimenticio. Innegablemente, el progreso no será alcanzado
por el hecho de sustituir el combustible de vuestros vehículos
carnales; será necesario, ante todo, que vuestra alma participe
vigorosamente en un ejercicio que lo induzca primero al deseo
de eliminar la nutrición carnívora.
Muchas almas decididas, que han logrado el comando de
su cuerpo físico y lo someten a la voluntad de la conciencia
espiritual, han violentado ese automatismo biológico de la nu-
trición carnívora, del mismo modo que algunos seres extinguen
el vicio de fumar bajo el solo impulso de la voluntad. También
estáis condicionados al vicio de la intriga, rabia, cólera, celos,
crueldad, mentira y lujuria; no obstante, son muchos los que se
liberan de esos males, mediante hercúleos esfuerzos evangélicos.
Reconociendo la debilidad del alma humana a fin de libe-
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