Ramatís
físico, pues habiendo nacido en una cuna rica y cercado de gente
afortunada, vanidosa y aristócrata, prefirió repartir sus bienes
a los pobres y deshacerse de sus vestidos de seda y terciopelo,
para vestir el grosero estambre, ¡y en lugar del cinto remarcado
de piedras y de la vistosa espada del hidalgo, amarró a su cintura
un cordón de cáñamo! Fue con el más profundo sentimiento de
renuncia con el que aceptó la advertencia evangélica de Jesu-
cristo: “no poseáis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos, ni
alforjas; ni dos túnicas, ni calzado, ni báculo en qué apoyarlos.
Bajo tal resolución heroica, con la que Francisco de asís
extinguió de una sola vez el deseo y venció el maya — la gran
ilusión de la vida material — es obvio que también cesó de
generar el karma físico para el futuro, pues su vida, dedicada
amorosamente y por completo al servicio de todos los seres y de
todas las cosas del mundo, acabó por desatar en él los últimos
lazos ligados a las formas del mundo terrestre.
apartándose del epicurismo de las mesas, habiéndose des-
pedido de la vanidad y de los trajes hidalgos, indiferente a los
pergaminos y a los galardones del mundo físico, libertó el deseo
sensual, rompió las ligaduras esclavizadoras de su grillete kár-
mico y, poco a poco, se aisló de la disciplina rectificadora del
karma de su planeta.
Francisco de asís no renunció apenas a su presente, sino
que efectuó también su liberación de las vidas físicas futuras,
pués que, habiendo exterminado en sí los deseos por las cosas
del mundo material, y habiendo desistido de competir con los
hombres en su mundo de formas ilusorias, aunque se hallaba
encarnado, ¡ya vivía las condiciones exigidas para adquirir el
equilibrio y la sustentación vibratoria en los planos paradisía-
cos del espíritu!
254