Fisiología del Alma 

transitorio de contención que tanto ajusta el energismo espiri-
tual descuidado en el pretérito, como se constituye en el medio 
por el cual el espíritu expele los venenos psíquicos que impiden 
la diafanización del periespíritu. Como el hombre es el produc-
to de su pensamiento y por tanto se convierte en aquello que 
piensa, termina plasmando las líneas sanas y el vigor energético 
para sus futuros cuerpos, cuando se habitúa a cultivar solamen-
te las expresiones de armonía que fundamentan la intimidad 
angélica de toda criatura. el poder mental, cuyo dominio es 
tan pregonado por los teósofos, yoges y esoteristas, cuando es 
ejercido de modo positivo y sensato, templa sanamente la per-
sonalidad futura, porque es una fuerza ilimitada que actúa en 
el mundo oculto de las causas dinámicas del espíritu creador.

Por ello se verifica que aun la criatura más desheredada en 

la vida física puede servirse de su voluntad y actuar en el origen 
oen la esencia de su vida inmortal, usando la fuerza mental po-
sitiva para romper las cadenas de la infelicidad o sobrepujar en
espíritu los propios efectos kármicos de su pasado delictuoso.
entonces, es la propia ley kármica la que pasa a ser dirigida por
el espíritu en prueba, el que, inteligentemente, procura ajustarse
al exacto curso evolutivo de la vida espiritual, integrándose al
ritmo natural de su progreso. el se abstiene de resistir al impul-
so sabio que le viene del mundo oculto del espíritu y se armoni-
za paciente y confiado, a los objetivos del Creador.

Vuestro mundo presenta muchísimos ejemplos de almas re-

signadas y heroicas que, en lugar de entregarse a la rebeldía o 
al desaliento irremediable, han superado los más atroces pade-
cimientos y correcciones kármicas, mientras otros menos desfa-
vorables se dejan aniquilar bajo la queja insoportable, creando 
aun gran melodrama entre los sufrimientos más sencillos. las 
criaturas confiadas en el sentido educativo de la vida humana 
no sólo extraen las más vigorosas energías del propio dolor, sino 
que superan su acerbo sufrimiento y producen obras y trabajos 
notables. Richelieu dominaba un reino, a pesar de su atroz e 
incurable forunculosis; dostoiewski, no obstante ser epilépti-
co, escribió las más profundas obras de introspección huma-
na; Chopin, un tísico, obsequió al mundo con las más sensibles 
melodías; Maharshi, pese al cáncer que sufría en el brazo, con 

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