Fisiología del Alma 

con el fin de poder trasladarse más pronto al mundo angélico, 
que será su definitiva morada.

PREGUNTA: – Estamos inclinados a suponer que la ac-

ción inflexible del karma sobre las almas que se hallan en 
tránsito por los mundos materiales, significa un cobro tan 
severo como el de la implacable ley del “ojo por ojo y diente 
por diente”. ¿No es así?

RaMaTÍS: – en obras anteriores, os hemos explicado ya 

que lalley del karma no castiga y sí reajusta. aunque ella os 
parezca una ley draconiana o un proceso por demás correctivo, 
por el que la causa equívoca más diminuta genera un efecto mi-
limétricamente responsable, todo ello sucede siempre como obje-
tivo para el logro de la felicidad del espíritu y para el más breve 
desarrollo de su conciencia angélica. el karma es la ley bienhe-
chora que indica el camino cierto al viajero despreocupado y 
obstinado, corrigiendo sus pasos titubeantes y sus desvíos peli-
grosos, para, así, ajustalo más pronto a su ventura inmortal. la 
humanidad terrestre se encuentra ya suficientemente esclarecida 
para comprender que su sufrimiento tiene origen, en particular, 
en sus infracciones contra la ley que justamente obra en su favor!

Puesto que Jesús dejó elevadas enseñanzas que marcan la 

ruta necesaria para que el hombre viva en perfecta armonía con 
la ley kármica, que regula el equilibrio de la vida y de la ascen-
sión angélica, ¡jamás estarán justificadas las reclamaciones hu-
manas, con el pretexto de cualquier injusticia divina! aún entre 
vuestra humanidad, la ignorancia de la ley no es motivo para 
que el infractor se pueda eximir de su responsabilidad! dios no 
es un verdugo atento e implacable que intervenga punitivamente 
a cada momento en que os equivocáis. el pago del “céntimo por 
céntimo”, se efectúa automáticamente por el propio espíritu cul-
pable; y si a eso él se sujeta, es porque acostumbra a entrar en 
conflicto con las reglas que dirigen su ascensión espiritual. en-
tonces, le cabe sufrir la acción contraria de la ley, tal como el niño 
que se quema su mano en el fogón; no es porque éste sea vengati-
vo y lo castigue, sino porque es un elemento comburente. dios no 
cataloga ofensas practicadas por sus hijos, como tampoco conce-
de condecoraciones a aquellos que lo lisonjean constantemente. 

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