Ramatís

que le corresponde en resultados buenos o malos.

Metafísicamente, la palabra “karma” se refiere al destino 

trazado, imponderable, que actúa tanto en las cosas animadas 
como en las inanimadas, pues rige y disciplina todos los ciclos 
de la vida, que van desde el finito al infinito, del átomo a la 
estrella y del hombre al Universo! existe, pues, el Karma del 
hombre, el de la familia, el de la nación, el del continente y 
el de la humanidad; y, así como se engendran destinos futuros 
fundamentados en los actos o en los pensamientos del hombre 
— que serán regidos y disciplinados por su karma — del mismo 
modo, los orbes que se balancean en el espacio obedecen a un 
determinismo cósmico de reajustamiento de su masa planeta-
ria, en concomitancia con el efecto de las causas colectivas de 
sus propias humanidades.

Hay que considerar, por tanto, desde el karma atómico que 

rige el principio de la vida microscópica en el Cosmos para la 
formación de la materia, hasta el karma del Universo, que viene a 
ser, ya, la ley Cósmica manifestada fuera del tiempo y del espacio.

Con referencia al karma del hombre, conviene recordar que 

Jesús, muchas veces, advirtió sobre la existencia de una ley disci-
plinadora del mecanismo de relaciones entre los seres, que liga las 
causas a los efectos correspondientes, cuando afirmó: “Quien con 
hierro hiere, con hierro será herido”, o: “Cada uno ha de recoger 
de acuerdo con su siembra.” esos conceptos de Jesús, no dejan 
duda alguna sobre el hecho de que el espíritu ha de sufrir siempre 
los efectos en la continuación de las reencarnaciones físicas, some-
tido implacablemente al determinismo de las causas que generó.

Tales conceptos vienen a ser los mismos de la ley de causas 

y efectos; esto es, que todas las causas engendran efectos futuros 
de igual intensidad y responsabilidad, con la diferencia, no obs-
tante, de que es una ley inmutable y severa, que disciplina tanto 
los fenómenos de la vida planetaria, el amor entre los seres y la 
afinidad entre las sustancias, como gobierna la cohesión entre 
los astros dispersos por el Cosmos.

ningún acaso rige el destino de las cosas. es la ley del kar-

ma la que lo coordina todo, la que ajusta y opera, interviniendo 
tanto en los fenómenos sutiles del mundo microscópico, como 
en la vastedad inmensurable del macrocosmos. ella tiene por 

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