Ramatís
los médicos — muchas veces sin saberlo — funcionan como ins-
trumentos de rectificaciones kármicas en sus pacientes. ¡aquí,
el usurpador cruel del pasado, que oprimía a sus adversarios
políticos, sufre atrozmente debido a la llaga infecciosa y rebelde,
que surge en un órgano que fue operado precipitadamente; allí,
el viejo inquisidor del “Santo oficio”, que estirado en la cama de
lujoso hospital, se muestra completamente perforado por hipo-
dérmicas, con las carnes maceradas por las jeringas de los sueros
y de las transfusiones de sangre que gotean a través de tubos sus-
pendidos de aparatos especiales, como si fuesen instrumentos de
tortura; allá, la feroz hacendada que se servía del fuego para tor-
turar a sus infieles esclavos, se encuentra transformada en otra
figura humana sometida a terribles cauterios e intervenciones
cruciales, mientras su corazón debilitado no permite la menor
intervención de la anestesia para hacerle olvidar el sufrimiento.
Por eso, aquellos que consiguen curarse por la homeopatía
y son electivos para su tratamiento suave, se deben considerar
criaturas privilegiadas, por hallarse a salvo de la violencia aló-
pata. el hecho de que las criaturas necesiten todavía recorrer la
“via crucis” de los consultorios médicos alópatas, someterse a
los exámenes radiográficos, experimentaciones dolorosas, tra-
tamientos espartanos y hospitalizaciones urgentes, mientras sus
males se agravan día por día, es, sin duda, porque aun gimen
bajo un karma penoso!
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