Fisiología del Alma 

PREGUNTA: – Se alega que tratándose de una receta me-

dianímica, todos deben tener fe y nadie debe alimentar des-
confianza sobre la receta, ya que proviene de un “guía” que 
siempre sabe lo que hace. ¿Qué opináis en vuestra condición 
de espíritu desencarnado?

RaMaTÍS: – el que piense así, podrá excluir la homeopa-

tía del recetario medianímico y tratarse exclusivamente con el 
agua fluidificada, ya que presenta condiciones electivas de fe y 
de confianza en el guía. Conviene saber, entretanto, que no siem-
pre es el médium un fiel intérprete del pensamiento del espíritu 
que con él se comunica. del lado de acá, hemos observado que 
algunos facultativos desencarnados, después de actuar sobre 
ciertos médiums, resuelven más tarde abandonar su trabajo de 
recetar por la vía medianímica, ante las decepciones que sufren 
con las dificultades que confrontan en sus propios aparatos me-
dianímicos, comúnmente ociosos, ignorantes y vanidosos. in-
numerables veces, se quejan de que sus intermediarios recetan 
a diestra y siniestra y bajo cualquier pretexto, ya sea después 
de una anécdota indecente, de unos momentos de cólera, o de 
una crítica anti fraterna! así, emiten recetas livianamente, sin 
consultar a sus guías ni con el pensamiento y prescriben lo que 
les viene a la memoria en cualquier momento, como producto 
natural de la asociación de ideas o de recordaciones de carteles 
de propaganda medicamentosa. en consecuencia, se puede dar 
el caso de que la receta medianímica no sea del guía ni que con-
tenga alguna prescripción lógica que corresponda sensatamente 
a la terapéutica homeopática.

es conveniente, por tanto, que en nombre de la homeopatía 

no se siembren incongruencias ni excentricidades, con el agra-
vante de hacer de la receta espirita un desmentido a la pureza 
iniciática y a la precisión de las dosis infinitesimales! el ridí-
culo trae la desconfianza; y ya hemos tenido conocimiento de 
muchos espíritus mistificadores e irresponsables, que se sirven 
desde aquí de médiums incautos, imprudentes, holgazanes y 
vanidosos, para recetar medicamentos contradictorios y hasta 
peligrosos, despertando con ello el sarcasmo contra la doctrina 
espirita y contra la ciencia homeopática.

Sin duda, elogiamos la labor generosa y de devoción de mu-

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