Ramatís

mentales, que sobrecargan el psiquismo y lanzan al espíritu a 
un círculo vicioso, encadenándolo, indefenso, a la mente rebelde 
y a la emotividad mórbida, a pesar de querer modificar su pa-
trón psíquico enfermo.

la función homeopática, pues, es la de administrar la dosis 

catalizadora extraída de la misma sustancia, capaz de provocar 
estados mórbidos semejantes en el individuo sano. el impacto 
energético de la dosis infinitesimal, libera el psiquismo enfermo 
de la carga que allí se condensó por esos virus tóxicos, residuos 
omiasmas, que impregnan el aura mental e influyen en la re-
gión astralina de los sentimientos.

es cierto que más tarde, el mismo paciente ha de encole-

rizarse posiblemente de nuevo, así como odiar y sentir celos, 
ya que si la Homeopatía puede aliviarlo de la carga mórbida 
que pesa sobre su psiquismo, su función no es la de violentar 
su “libre albedrío” o efectuar modificaciones definitivas en su 
carácter espiritual, lo que únicamente podría ser concretizado 
por la sublime evangelización recomendada por Jesús, el Médi-
co divino. las dosis infinitesimales pueden actuar en la mente 
y proporcionar la curación emotiva, pero eso no sucede porque 
se haya alterado mecánicamente el temperamento o el carácter 
del paciente y sí por haber reducido el morbo acumulado, como 
resultante de las contradicciones psíquicas. ellas producen de-
terminadas modificaciones temperamentales y hacen cesar al-
gunas tendencias e impulsos mórbidos que estén excitados bajo 
la presencia excesiva del residuo psíquico tóxico, pero no po-
seen la fuerza suficiente para imponer definitivamente los prin-
cipios morales superiores. la criatura descontrolada podrá con 
el tiempo enfermarse nuevamente en su psiquismo, aun después 
de haber sido aliviada por la homeopatía, si es que vuelve a co-
meter los mismos desatinos espirituales acostumbrados.

la homeopatía consigue actuar en la intimidad del ser 

así como lo ayuda a mantener un control psíquico desahoga-
do durante la fase de su tratamiento, porque distribuye armo-
niosamente la energía potencializada en el seno de la vitalidad 
orgánica, ayudando al espíritu a conseguir las modificaciones 
urgentes y saludables en su cuerpo físico. obviamente, es el psi-
quismo el que modifica el quimismo orgánico, y por ese motivo 

198