Fisiología del Alma 

riencia, no cambia en su norma consagrada en el tiempo, puesto 
que, como ya os lo hemos dicho, ¡cambian las enfermedades 
pero no cambian los enfermos!

PREGUNTA: – Nos agradaría comprender mejor por qué 

motivo ciertos enfermos pueden dificultar el diagnóstico y la 
selección del medicamento homeopático electivo a su tipo psi-
cofísico, sólo porque están saturados de remedios compactos 
alópatas o porque se sometieran a prolongado tratamiento 
médico antagónico con la Homeopatía. ¿No es suficiente al 
médico homeópata conocer la constitución temperamental 
ola característica fundamental del enfermo, para hacer con
éxito la prescripción?

RaMaTÍS: – en nuestras consideraciones, hemos aludido 

a las alteraciones secundarias que pueden ocurrir en el enfermo 
cuando por fuerza de las circunstancias se modifica su tempe-
ramento acostumbrado o cuando, debido a cualquier pertur-
bación emotiva demorada, haya algún trastorno en su patrón 
mental congénito, dificultando al homeópata el reconocimiento 
exacto de su verdadero tipo psíquico. Hemos dicho que existen 
ciertas drogas entorpecientes o productos tóxicos, algunos usa-
dos en la farmacología alópata, que pueden influir en la mente 
del individúo y establecer condiciones desarmónicas, tales como 
el alcohol, el opio, la morfina, la quina y la belladona, los cuales, 
aplicados en exceso, provocan perturbaciones visibles y orgáni-
cas. Hay enfermos, pues, que en virtud de cierta saturación me-
dicamentosa, se contradicen en su real individualidad y difieren 
en su psicología fundamental o en su tipo original psicofísico. 
algunos traen cierto artificialismo mórbido, como si un nuevo 
temperamento secundario se sobrepusiese a su real identidad. 
el enfermo que peregrina mucho tiempo por los consultorios 
médicos sin lograr la curación tan deseada, se somete continua-
mente a toda clase de exámenes radiográficos, sueros, tubos, 
radioterapias, operaciones, anestesias, cauterios, inyecciones 
etc. Termina volviéndose una criatura violentada en su tempera-
mento normal y excesivamente irritada o melancólica. Viviendo 
bajo afirmaciones llenas de esperanzas e incesantes desengaños,  
perspectivas animadoras cuando “descubren” su enfermedad, 

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