Fisiología del Alma 

de la fe en la ciencia médica alópata, no obstante haberlo im-
presionado con todo su aparato técnico sensible a su organismo, 
tampoco deposita mucha fe o confianza en el facultativo homeó-
pata, que le prescribe cosas insignificantes sin color y sin gusto ... 
ante tanto agotamiento neuro-psíquico, saturación medicamen-
tosa y completo desánimo, se hace mucho más difícil despertar 
por la homeopatía la dinámica del cuerpo torturado y víctima 
de profunda melancolía. Realmente, para el homeópata, tal en-
fermo representa un serio problema, por haber sido inyectado, 
saturado de grageas, vitaminas y minerales diversos. Sin duda, 
ha de haber experimentado todo el arsenal de antibióticos, bar-
bitúricos, salicilatos, sulfas, sustancias mercuriales y estricninas. 
en ciertos casos, su memorial puede ser aun más extenso, pues 
tal vez haya sido sometido al psicoanálisis por algún discípulo 
de Freud, que activó las emersiones del subconsciente y le fijó los 
recuerdos de la infancia, o haber sido sometido al examen de afa-
mado psiquiatra que puede haberlo encuadrado bajo la termino-
logía pintoresca de los tipos esquisotímicos o ciclotímicos, según 
los estudios de los temperamentos, hechos por Kretschmer.

Pero no cabe duda que se trata de un tipo de enfermo sin 

disposición electiva alguna y sin simpatía mental y emotiva 
para con el tratamiento homeopático; y por no poder demostrar 
los efectos medicamentosos de la homeopatía en su organismo 
físico, tal como sucedía con los remedios alópatas, aumentará 
su desconfianza y desinterés por el tratamiento infinitesimal. 
ignora, comúnmente, que son las energías vitales del organismo 
las que, bajo la acción dinámica de la Homeopatía, despiertan y 
efectúan la curación definitiva, atendiendo a la sabia dirección 
del espíritu inmortal.

PREGUNTA: – Creemos que tal paciente, habiendo fraca-

sado en el tratamiento alópata, tampoco será curado por la 
homeopatía. ¿No es así?

RaMaTÍS: – la curación dependerá del propio paciente, 

como consecuencia de su celo, perseverancia, paciencia y con-
fianza en el tratamiento prescrito por el médico homeópata, 
pues es evidente que no debe considerarlo un mago o un ser 
milagroso y sí, un científico que opera obedeciendo las leyes 

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