Ramatís

boratorio. Procede a nueva investigación en todo su organismo, 
ya minuciosamente escudriñado por los más eficientes aparatos 
modernos, aunque evidentemente sin resultados satisfactorios. 
no es difícil que después de esa crucial peregrinación y someti-
do a todos los métodos de tortura impuestos por el tratamiento 
moderno, el enfermo oiga de un sensato médico la afirmación 
siguiente: “¡Usted no tiene enfermedad alguna orgánica, pues su 
mal es de origen nervioso!” Y le prescribe la necesidad de abso-
luta despreocupación, mucho reposo y pocas medicinas, con el 
fin de evitarle mayor intoxicación.

Sin duda, para ese tipo de enfermo, el tratamiento homeopá-

tico sería excelente si no se hallase grandemente intoxicado por 
la alopatía y sin fe en la medicina terrestre, lo cual lo llevaría 
también a desconfiar de las dosis infinitesimales. Pero lamenta-
blemente, todavía es pequeño el porcentaje de individuos que se 
encuentran realmente en condiciones mentales, emotivas y de 
confianza, para ser tratados por la terapéutica suave y exacta 
de la homeopatía.

PREGUNTA: – ¿Podríais darnos algunas explicaciones 

más sobre esa predisposición mental y emotiva o de confian-
za para con la terapéutica homeopática?

RaMaTÍS: – en el ejemplo que os hemos dado antes, he-

mos procurado aclarar que no había enfermedad, sino un en-
fermo mental y emotivo que buscaba el diagnóstico externo de 
cualquier enfermedad clasificada científicamente. Su mal residía 
en el todo del individuo, actuando en su psiquismo y desorga-
nizando sus nervios. Actualmente, el miedo al cáncer incurable 
afecta de tal modo la mente de ciertas personas que, en algunos 
casos, perturba su equilibrio biomagnético y llega a producir 
desarmonías orgánicas y estados de enfermedad extraños. Se 
acentúa esa angustiosa expectativa cancerígena, ante el temor 
común contra el más sencillo golpe, verruga, quiste sebáceo etc., 
tranquilizándose únicamente los más pesimistas, cuando el mé-
dico le diagnostica otra enfermedad cualquiera diferente y que 
les inspire menor temor, aunque sea la úlcera gástrica, la colitis, 
la amebiasis o la diabetes.

obviamente, cuando ese tipo de enfermo tan pesimista pier-

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