Ramatís

el paciente del médico homeópata no debe ser considerado 

simplemente como el portador de un órgano o de un sistema 
afectado, o en función de una dolencia específica, pero, por en-
cima de todo, investigado en razón de su tipo psicosomático, 
considerando todas sus idiosincracias y síntomas mentales. la 
suma del todo mental, psíquico y físico del individuo es lo que 
interesa particularmente al médico homeópata; su entendimien-
to psicológico, su sentimiento, su emotividad y su raciocinio, 
en atención al ambiente en que vive. es fuera de duda que, en 
cualquier manifestación enfermiza, no se opera en el individuo 
la separación del sentimiento y la razón, o de voluntad y enten-
dimiento, por cuanto, si tal cosa sucede, resultaría la alienación 
mental, el completo descontrol orgánico y hasta su muerte fatal. 

de ahí que es preciso considerar que la sabiduría homeopá-

tica se deriva de la sabiduría divina, pues si el hombre es un 
todo manifestándose intensamente en el escenario del mundo 
físico, es obvio que, cuando él se enferma debe ser tratado tam-
bién “de conformidad con sus obras”, o sea: de acuerdo con sus 
realizaciones, pensamientos, voluntad y sentimientos consagra-
dos en su vida psíquica y física. Para el médico homeópata, lo 
que importa del paciente es su temperamento, sus manías y sus 
reacciones emotivas; y si fuera posible, ¡hasta sus virtudes y sus 
pecados! de este modo, el médico puede recetar en perfecta con-
formidad con el carácter y cuadro mental del enfermo, escogien-
do la dosis capaz de cubrir lo más posible toda la manifestación 
mórbida del alma y del cuerpo de su consultante.

el médico homeópata compone el retrato físico y mental del 

individuo, investigando su sentido personalísimo y la elasticidad 
de sus concepciones morales, religiosas o filosóficas; la capaci-
dad de su raciocinio y hasta sus excentricidades en las relacio-
nes de la vida común. De esa forma, individualiza el remedio que 
mejor corresponde a la sinopsis mental psicofísica y que pueda 
neutralizar las perturbaciones en su fuente original. Modifica, 
en fin, los síntomas mentales y expele los residuos tóxicos que 
oprimen el periespíritu del enfermo debido a los desequilibrios 
temperamentales de la personalidad humana. es indiscutible 
que esa investigación cuidadosa exige del médico homeópata un 
profundo conocimiento de las leyes espirituales que gobiernan 

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