Fisiología del Alma 

a su vez son fijas como el propio Dios, que no evoluciona, puesto 
que ya contiene en sí mismo el máximo de Sabiduría, Poder y 
Voluntad. ellas regulan la afinidad entre las sustancias, la cohe-
sión entre los astros y la afinidad entre los seres, pues se derivan 
de una sola ley, que es la ley del amor de dios expresándose por 
medio de varias formas y planos de la vida cósmica.

es por eso que tanto en el pasado como en el presente y 

como lo será en lo futuro, la ley de “los semejantes curan a los 
semejantes”, permanece disciplinando el proceso de la cura ho-
meopática, sin alteración alguna en su fundamento inmutable. 
esta es una de las principales verdades de la homeopatía, y 
bajo esa ley se mantiene la misma calidad original desde su 
consolidación, pues solamente la modificación de tal principio 
fundamental es lo que podría cambiar también la doctrina de la 
medicación infinitesimal.

PREGUNTA: – Pero el descubrimiento de nuevos medica-

mentos, ¿no comprueba también que la Homeopatía necesitó de 
otros recursos terapéuticos y que, por tanto, carece de progreso?

RaMaTÍS: – el progreso de la Homeopatía sólo sería 

comprensible en su mayor amplitud de servicio terapéutico o 
con la identificación de nuevos tipos de enfermos en su área 
de aplicación medicamentosa. además de sus medicamentos 
seculares, fueron también dinamizadas nuevas sustancias que 
pudieran atender a nuevos tipos de enfermos, algunos cuyos 
temperamentos “sui generis” son más afines a la inquietud del 
siglo atómico. en vista de la complejidad y super-actividad en 
que vivís actualmente, aumentan también las susceptibilidades 
de los individuos, que son obligados a constantes mutaciones 
que aceleran sus reacciones temperamentales y sensibilizan 
su psiquismo lleno de angustias cotidianas. Por eso es que los 
homeópatas modernos encuentran también tipos más sutiles y 
complejos para su acostumbrada identificación psicofísica, pues 
no pueden despreciar sus inesperadas reacciones, propias de la 
vida bulliciosa de las ciudades y de las mil adaptaciones en la 
atmósfera saturada de electricidad, emanaciones químicas y 
creciente radiactividad, cosas que no sucedían en la época de 
las experimentaciones de Hahnemann y de sus devotos discípu-

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