Ramatís
e inesperadas para las cuales no están preparados ni fortaleci-
dos, resultando más bien agravados por el drenaje tóxico de la
medicina alópata. Bajo la homeopatía, es el propio organismo
el que acelera y dinamiza sus energías vitales, promoviendo las
operaciones necesarias para detener y destruir la invasión mi-
crobiana perniciosa. Ella reeduca el organismo y lo inmuniza en
sus bases energéticas y vitales, potencializándolo en un estado
de vigilia y seguridad que lo coloca a la defensiva contra cual-
quier enfermedad imprevista.
PREGUNTA: – En cierta ocasión, hemos oído decir a perso-
nas entendidas en cuestiones terapéuticas que la homeopatía
no evolucionó. ¿Qué podéis decirnos al respecto?
RaMaTÍS: – Uno de los principios más importantes de la
homeopatía es el estudio de las relaciones recíprocas del indivi-
duo, en contacto con las manifestaciones comunes de su mora-
da física. Muchos de los principios adoptados por Hahnemann
están en franca aceptación por la medicina alópata, aunque so-
lamente los reconozca bajo otros aspectos y quiera negarles la
prioridad en la práctica homeopática. los homeópatas, como
ya os hemos dicho, consideran siempre al hombre enfermo en
sus relaciones con el ambiente en que vive, pues además de la
necesaria búsqueda de las causas mórbidas generadas en la in-
timidad de la criatura, la estudian en cualquier analogía que
ofrezca con el mundo exterior en donde ella opera.
Como la homeopatía se funda en principios inmutables y
bajo leyes permanentes que garantizan la estructura definitiva de
la doctrina, es evidente que su evolución sólo podría ser constata-
da en la multiplicidad y en la variedad de la aplicación de nuevos
medicamentos dinamizados. A medida que aumenta la pobla-
ción terrestre, crece también el número de nuevos tipos psicoso-
máticos capaces de recibir nuevas oportunidades terapéuticas de
los medicamentos dinamizados. Así como las leyes y las reglas
espirituales que gobiernan el mundo terreno son inmutables y
ciertas, las leyes que fundamentan la homeopatía no se alteran
ni se sustituyen en época alguna ni en ninguna latitud geográfica
del orbe. Sus leyes no evolucionan, porque son principios defini-
tivos derivados de las leyes que gobiernan la vida espiritual, que
178