Ramatís

condicione al terrible tóxico adverso al hombre físico y espiritual.

Recordasteis, hace poco, que la Biblia cita muchos pasajes 

en los que se comprueba que el uso del alcohol viene de larga fe-
cha, y que es ejemplo el tradicional caso de noé, pero olvidasteis 
que la propia Biblia contiene diversas citas o pasajes en donde 
los profetas y espíritus del Señor condenan el alcoholismo, ta-
les como ésta: “Ay de aquél que da de beber a su compañero” 
(Hábacuc, 2:15). Pablo de Tarso, el insigne sostenedor del Cris-
tianismo, es clarísimo sobre su verdadera opinión en cuanto al 
alcoholismo, cuando dice: “ni los idólatras, ni los adúlteros, ni 
los afeminados, ni los sodomitas, ni los ladrones, ni los avaros, 
ni los que se dan a la embriaguez, ni los maledicientes poseerán 
el reino de dios” (i Corintios 16:9,10).

PREGUNTA: – Dijisteis, hace poco, que el alcohol llega a 

producir modificaciones en el aspecto del periespíritu. Esto 
nos deja un tanto curiosos en cuanto al tipo de esas modifica-
ciones. ¿Podéis aclararnos mejor el asunto?

RAMATÍS: – El ebrio contumaz comienza por descuidarse 

de su vestuario; se vuelve excéntrico y asume actitudes extra-
vagantes, pasando a interpretar la vida y las cosas a su modo, 
con visibles modificaciones y anomalías en su personalidad. Se 
irrita con facilidad, hace exigencias absurdas, y poco a poco, se 
aparta del trabajo. Se contradice y se rebela a cada momento. 
Se rebaja moralmente y pierde el sentido psicológico del am-
biente, viviendo una existencia aparte, monologando

 

o riendo 

en el seno de un mundo incoherente. Sus delirios son constantes 
y mezclados de alucinaciones visuales y auditivas, percibiendo 
imágenes extrañas y formas extravagantes de reptiles y arañas. 
Se instala en su alma el capricho excesivo, la desconfianza para 
con sus íntimos, confrontando en todos posibles enemigos y ale-
jándose, cada día más, de la familia. Se degeneran sus órganos, 
se inflaman sus intestinos y el estómago; se atrofia su hígado, 
quedando sujeto a la tradicional afección cardíaca, debido al 
imperfecto drenaje renal. entonces, su aspecto se modifica y su 
figura se vuelve extraña: su rostro se hincha y adquiere un color 
terroso; los ojos lucen abotagados e inyectados en sangre y la 
nariz se le agranda poniéndose rojiza.

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