Fisiología del Alma 

en tanto, he de sentirme bastante compensado y satisfecho, 

pese a los posibles errores de mi recepción medianímica, si al-
guien afligido, desanimado o sufriendo dudas sobre el objetivo 
santificado de la vida material, encuentra en esta obra el con-
fuerto para su aflicción o el estímulo para vencer su desánimo, 
así como también la solución procurada en sus investigaciones 
sobre la inmortalidad del alma. lo cierto es que Fisiología del 
Alma

 en su texto razonado y focando asuntos distintos sobre 

las relaciones entre la vida espiritual y la física, sin pretensión 
académica alguna, funda su valor en la inatacable e indiscutible 
invitación crística para el Bien, inspirado en la fuente inmortal 
y sublime de las enseñanzas dadas por el inolvidable Jesús.

Que el lector ansioso por comprender los elevados desig-

nios de dios y el sentido educativo de nuestra vida humana, to-
davía llena de amarguras y desilusiones, pueda encontrar en las 
páginas de esta obra un estímulo vigoroso para dinamizar su fe 
absoluta en el glorioso destino que nos espera, tanto más pronto 
cuanta mayor sea nuestra renuncia a las seducciones del mundo 
transitorio de la materia. no me preocupa, al editar esta obra, 
ningún deseo de exaltación personal ni la obtención de hono-
res o veleidades literarias; solamente acepté la incumbencia de 
transferir a la vista física, aquello que otros seres más entendi-
dos y elevados elaboran en el mundo oculto del espíritu, para 
servirnos de orientación en los momentos confusos de nuestra 
vida aún tan incomprendida en su finalidad. Para mí, me basta 
disfrutar dé esa confianza del Más Allá, participando modesta-
mente en un servicio que reconozco que está por encima de mi 
capacidad común y dirigido al Bien, no permitiéndome discutir 
su mérito o desmérito. Todavía no me considero la “pluma viva”, 
fiel y exacta, capaz de servir sin defectos en las tareas medianí-
micas, puesto que esa cualidad constituye una conquista que 
solamente el tiempo, el desinterés material, la devoción conti-
nua y el ejercicio agotador, podrán perfeccionar.

Hercílio Maes

Curitiba, 13 de Julio de 1959

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