Ramatís

gún vocablo del lenguaje humano podrá hacerlos comprender 
esa realidad tan atroz del sufrimiento de los envilecidos por el 
alcoholismo que, bajo tal condición, preferirían la destrucción 
de su conciencia ya estructurada en el tiempo, a continuar victi-
mados por tan dantesco sufrimiento!

es bastante que visitéis las instituciones que se dedican a la 

curación del alcoholismo en el mundo físico, para que os hagáis 
una idea de los pavorosos acometimientos de que son víctimas 
los infelices viciosos cuando intentan la curación de ese mal. Pa-
recen fieras enjauladas que amenazan con despedazarse entre 
aullidos y clamores, sin poder soportar el ardor insufrible del 
deseo vicioso que los agota en toda su vitalidad. Se amontonan 
en el suelo, como trapos vivos exangües, transpirando por todos 
los poros las emanaciones acres del tóxico alcohólico.

entretanto, la curación se procesa poco a poco, pues el cla-

mor del deseo insaciable del alcohol disminuye por la constante 
negativa de su satisfacción. Pero en el Más allá, eso sucede de 
modo diferente, porque el deseo vehemente del alcohólico vibra 
en toda la estructura súper sensible del cuerpo astral desen-
carnado y libre en su verdadero mundo, que entonces produce, 
en forma centuplicada, todas las cambiantes críticas del vicio, 
manteniendo al infeliz vicioso en el bárbaro ciclo de sufrimiento.

Sólo aquellos que emprenden heroica renovación mental, 

purificando el deseo vicioso y decidiéndose a recuperar la fuerza 
de la voluntad perdida, son quienes alivian sus dolores y pade-
cimientos, pues el éxito de la curación depende de su propia 
modificación espiritual interior, y no del socorro o de la asisten-
cia de otros desencarnados o del hecho de hallarse distantes de 
la bebida alcohólica.

Conviene reconocer que durante la vida física, aunque sea 

víctima del alcoholismo, el hombre necesita atender a diversas 
necesidades y se entrega a distracciones que se alternan en su 
existencia; al paso que después de la muerte corporal, se vuelve 
todo un deseo vivo e incesante, sin alivio y sin descanso. Sola-
mente la modificación interior y el retorno a tomar el comando 
de su voluntad, es lo que le permite reasumir la dirección del 
periespíritu en el mundo astral, ya sea suministrándole fluidos 
sedativos que puedan sustituir los tóxicos, ya sea reduciendo el 

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