Fisiología del Alma
tra las vicisitudes de la vida humana y se entrega, a la embria-
guez constante; pero no sabe que las entidades astutas de las
sombras lo siguen incesantemente, alimentando la esperanza de
convertirlo en su recipiente vivo o en su tentáculo absorbente
en el mundo carnal.
PREGUNTA: – ¿Quiere decir eso que todos los bebedores
desencarnados viven a la caza de “vasos vivos” en la Tierra,
para poder saciar su vicio?¿No es así?
RaMaTÍS: – Son pocos los encarnados que saben del te-
rrible peligro que se esconde detrás del vicio del alcohol, puesto
que la embriaguez es una de las situaciones más vigiladas por
los espíritus viciosos que procuran el deseado “puente vivo” para
satisfacer sus deseos en el mundo de la materia. los espíritus
desencarnados que son todavia esclavos de las pasiones y vicios
que sufrían mientras vivían en la carne – en virtud de la falta del
cuerpo físico – sufren terrible angustia ante el deseo de ingerir el
alcohol con el cual se viciaran desordenadamente en el mundo
físico. debido a la fácil excitabilidad natural del cuerpo astral,
ese deseo se centuplica en forma de una ansiedad insoportable
y desesperante, como sucede con los morfinómanos, ¡que sólo
se calman con la droga! ¡es un deseo furioso, aplastante y sádi-
co! ¡la víctima se alucina viviendo las visiones más pavorosas
y aniquiladoras! Y cuando eso sucede con espíritus sin escrú-
pulos, son capaces de todas las infamias y bajezas contra los
encarnados, con tal de mitigar su sed de alcohol; semejándose a
los desesperados esclavos del vicio de los entorpecientes.
los neófitos sin cuerpo físico, que llegan al Más allá ardien-
do bajo el deseo del alcohol, aprenden pronto con los veteranos
desencarnados cuál es la mejor manera de mitigar, en parte, la
sed alcohólica. Como ya hemos dicho en distintas ocasiones, las
almas, después de desencarnadas, se buscan y se atraen por los
mismos vicios, ideas, sentimientos, hábitos e intenciones. Como
consecuencia de esa ley, los encarnados que se vician con bebi-
das alcohólicas, pasan a ser también acompañados por espíritus
de alcohólicos desencarnados, esclavos todavía del vicio envile-
cedor, que hacen cualquier cosa para transformar a sus víctimas
en “vasos vivos”, para saciar sus deseos.
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