Fisiología del Alma 

tabaco, que representan un comercio más bien de viejos indios 
de costumbres atrasadas, entregados a vicios a veces repelentes. 
naturalmente, cada individuo representa un temperamento y 
una fuerza psíquica determinada, y por tal motivo no se pue-
de aconsejar a todos, indiscriminadamente, un mismo modo de 
vencer el vicio del tabaco.

el propio fumador es el que debería sentirse herido en su 

dignidad, ante la humillación de dejarse vencer tan fácilmente 
por un vicio tan detestable! el tabaco es el verdugo indeseable 
que lo domina a su antojo, que dirige su voluntad y que se en-
tromete en todos sus actos cotidianos. le ensucia los dedos, los 
dientes y la ropa; lesiona su dinámica respiratoria e intoxica 
su estómago y circulación sanguínea, obligándole además a in-
currir en gastos inútiles. desgraciadamente, aquél que todavía 
no puede ejercer dominio sobre sí mismo o que no puede recu-
perarse de un vicio tan pernicioso, tampoco podrá liberarse de 
otras embestidas nocivas a su integridad psíquica. Por encima 
de todo, no conviene que el fumador olvide la probabilidad de 
convertirse en una detestable “pitillera viva” de otros espíritus 
delincuentes del Más allá, que acechan continuamente toda .la 
intimidad espiritual posible que se debilita en el vicio del ta-
baco. además, que recuerde que es después de la muerte que 
sobrevienen las peores consecuencias para el fumador, porque 
el deseo de fumar continúa actuando con más vehemencia en 
su periespíritu, causándole las más terribles angustias ante la 
imposibilidad de satisfacer ese vicio nocivo y estúpido.

PREGUNTA: – Habéis dicho, en cierta ocasión, que las mu-

jeres que fuman sufren mayores perjuicios que los hombres. 
¿Queréis explicarnos detalladamente este asunto?

RaMaTÍS: – nos hemos referido, hace poco, a la acción 

venenosa de la nicotina, que causa contracción en los vasos san-
guíneos, retardando el aflujo de sangre a los centros cerebrales 
superiores y a las zonas sensitivas situadas externamente en el 
córtex cerebral. la prueba evidente de esa contracción de los 
vasos sanguíneos está en que los fumadores más exagerados 
sufren a veces de cierto “olvido” y adormecimiento en las ex-
tremidades de los dedos, provocado por la exigüidad de la cir-

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