Ramatís

que así como no apreciaría ingerir cosas repugnantes, tampoco 
debe sentirse satisfecho succionando el humo acre y llenando 
con él los pulmones, que no fueron hechos para eso. Conviene 
que examine a la luz de la razón severa y consciente, cuáles son 
las ventajas que se derivan de fumar o no fumar, y el grado de 
inteligencia o de estulticia que revela la persona que absorbe 
tóxicos sin provecho alguno.

aquél que no se puede librar inmediatamente del tabaco, 

debe hacerse un planeamiento mental provechoso; del mismo 
modo que el comando militar investiga las faltas y las vulne-
rabilidades de su adversario, para después dominarlo y ven-
cerlo por la tenaz resistencia. La voluntad debe ser entrenada 
constantemente bajo reflexiones sensatas e inteligentes, con el 
fin que, poco a poco, pueda ejercer acción modificadora en el 
subconsciente y convencerlo que el tabaco es una realidad per-
niciosa. Para el fumador inveterado e incapaz de una liberación 
inmediata del vicio, no hay otro recurso que mantener un esta-
do alerta incesante y una lucha heroica contra sí mismo. Hay 
que conseguir vivir, si es necesario, con el cigarrillo en el bolsi-
llo, pero con la fuerza de voluntad suficiente para postergar la 
satisfacción del vicio, como si desease humillarlo al no querer 
atender su sugestión perniciosa. Muchas veces atenderá hasta 
el pedido de “fuego” del compañero viciado, pero aunque sienta 
despertar en sí el deseo de fumar, ha de postergarlo cuanto sea 
posible. Pese al hecho que el fumador se vea aun obligado a 
quemar cigarros, lo debe hacer vigilando el alcance del vicio y 
abandonando el cigarro antes de sentirse satisfecho. entonces, 
la fuerza de voluntad que hasta esos momentos había estado 
dominada por el tabaco, retorna poco a poco bajo esa severa vi-
gilancia mental y esa recuperación psíquica, tal como el adver-
sario belicoso recula ante la acción tenaz y vigorosa del general 
decidido. estando al lado de fumadores o de olores a tabaco, lo 
más acertado no es huir por miedo a ceder ante la aparente de-
licia y tentación del cigarro. lo importante será enfrentar la si-
tuación con calma y vigilancia, analizando siempre la estulticia 
y el ridículo que representa la absorción del humo de aquellas 
hierbas fétidas. es necesario convencerse que las tabaquerías 
son lugares en donde se explota el bolsillo del infeliz viciado del 

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