Fisiología del Alma
la Tierra, será desligado también en el cielo.” (Mateo 18:18).
Como se puede ver, en ese admirable concepto de Jesús está
implícita la enseñanza que sólo habitaremos el cielo en el más
completo estado de paz, libertad y alegría, después que nos ha-
yamos desligado por completo de las cosas, deseos y vicios del
mundo carnal. Por tanto, lo que en la Tierra fue desatado por la
voluntad y por la propia conciencia del espíritu, también lo será
en el Más allá. aquel que fuma, bebe o se alimenta descontro-
ladamente en la Tierra, queda ligado a esos placeres terrestres
hasta que el propio espíritu se olvide de ellos, puesto que la
muerte no lo obliga a dejar los vicios con el cuerpo físico en
el túmulo de la materia. el cuerpo carnal solamente revela las
sensaciones del espíritu en el mundo físico. Por ello, los deseos
inferiores que viven en la intimidad del alma, continúan mani-
festándose aun ante los excelsos ambientes celestiales.
PREGUNTA: – En vista que el tabaco es tan pernicioso
para el hombre, ¿no hubiera sido más sensato que Dios no
hubiese creado la planta “Nicotina tabacum”, con cuyas hojas
se prepara el tabaco?
RaMaTÍS: – ¿Creéis que dios haya creado alguna cosa
perniciosa? Por ventura, ¿la medicina terrestre no se vale ac-
tualmente de los venenos, ácidos y drogas mortíferas que en su
empleo terapéutico logran salvar millares de criaturas? el pro-
pio veneno de las arañas, escorpiones y culebras, ¿no está sien-
do aplicado con éxito para remediar diversos males al parecer
incurables? en la planta a que os referís, existe gran cantidad
de elementos que pueden ser aplicados con excelente utilidad
en la industria, en la medicina, en el comercio y en otras esfe-
ras del trabajo digno. no consta en la tradición espiritual de
nuestro plano que el Creador haya creado el tabaco para que el
hombre lo mascara, lo fumara o lo tostase para introducirlo en
las narices, ni siquiera para absorber el humo de sus hojas secas
enrolladas bajo vistosos rótulos coloreados.
Ciertos indios masticaban las hojas del tabaco o las chu-
paban enrolladas, porque todavía les faltaba el sentido estético
y el conocimiento médico que poseen los actuales civilizados.
¡no obstante, los hombres modernos, sustituyendo los antiguos
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