Ramatís
hipnótica del tabaco, frena en parte la acción del sistema nervioso,
reduciendo su relación normal con las actividades exteriores, de-
jando su psiquismo más libre de preocupaciones, tal como ocurre
entre los que toman alcohol y oscurecen su entendimiento.
la preocupación, el susto o la emoción súbita, provocan en
el ser humano la producción inmediata de ciertas hormonas que
deben equilibrar los excesos peligrosos de los movimientos des-
ordenados o impactos vigorosos en el vago-simpático, Como los
vasos sanguíneos acostumbran a contraerse fuertemente bajo
la acción de la nicotina, el fumador cree estar en un estado de
“calma” o de “desahogo psíquico”, cuando no pasa de ser una
reducción en el movimiento de su circulación sanguínea. es que
el tabaco, no sólo redujo el metabolismo circulatorio debido a la
contracción de los vasos sanguíneos, sino que también deprimió
y frenó la actividad fisiológica.
no creemos que la absorción perniciosa del gas del tabaco
pueda aportar inspiración de cualquier especie, o aun norma-
lizar al sistema nervioso, pues los nervios son la prolongación
viva del periespíritu actuando en el mundo físico. la serenidad
del periespíritu no depende del frenamiento tóxico e hipnótico
y sí, fundamentalmente, del control sano y psíquico del alma.
PREGUNTA: – ¿Por qué a medida que la humanidad co-
noce mejor los perjuicios que causa el uso del tabaco, aumen-
ta el número de fumadores? Aumentan las advertencias sobre
los peligros del tabaco y, no obstante, las estadísticas demues-
tran que los hombres fuman cada día más.
RaMaTÍS: – Todo eso resulta de la negligencia del hombre
para consigo mismo, pues, a medida que se hace más científico
y erudito, parece que se desinteresa de su propia ventura espiri-
tual. el hombre del siglo XX, a pesar de ser excesivamente “inte-
lectual”, vive más en función de las razones o de las sugestiones
del mundo exterior, que en auscultar sus propias necesidades;
prefiriendo seguir la obcecación de la mayoría, aunque le sea
perniciosa. en cuanto a las necesidades más comunes, se somete
a esa fuerza sugestiva, ya sea por la moda femenina, a las inno-
vaciones sin importancia fundamental, las tonterías que la radio,
las revistas y los anuncios inculcan todos los días en el cerebro de
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