Ramatís

divina fuente, pero varía conforme a su edad sideral. Hubo un 

tiempo, o momento, hace siglos, milenios, billones o trillones 

de años del calendario convencional terrícola, en que comen-

zamos a existir como “individuos diferenciados” en el seno de 

la Creación. De ahí, entonces, que existan simultáneamente en 

el Universo, tantos espíritus nuevos e infantiles, como antiguos 

y adultos, cuya graduación espiritual depende exactamente del 

tiempo en que ellos comenzaron a tener noción de existir.

En todos los instantes de la Vida, nacen, surgen o se ini-

cian nuevas conciencias, es decir, nuevos espíritus que se in-

dividualizan en el Universo y adquieren la noción particular 

de existir, aunque continúen vinculados a la fuente creadora y 

Divina. Dios no concede privilegios especiales o extemporáneos, 

pero proporciona equitativamente los mismos caminos para ad-

quirir mayor estado de conciencia y perfeccionamiento a todas 

sus criaturas. Ningún espíritu es originalmente superior a otro, 

pero todos poseen en estado latente el mismo poderío, la misma 

capacidad y sabiduría, y el anhelo de evolucionar rumbo a la 

fuente creadora.

Las conciencias majestuosas e interplanetarias de los án-

geles y arcángeles, que iluminan y dan vida a la intimidad psí-

quica de los orbes y constelaciones astronómicos, no son más 

que entidades emancipadas, bajo el mismo proceso espiritual y 

evolutivo que preside la gestación y el desenvolvimiento de la 

conciencia de todos los hijos de Dios.

Pregunta: 

¿Podríais explicarnos por medio de algún ejem-

plo más personal, respecto a la edad sideral, a la naturaleza y 

semejanza original de los espíritus?

Ramatís: 

¡El que hoy es un pecador o diablo, en el futuro 

será un ángel o santol Ante el determinismo del proceso evo-

lutivo, que es justo, ecuánime y sin privilegios para los hijos 

de Dios, la centella espiritual más ínfima del Cosmos, un día 

llegará a ser un Logos solar

[3]

, aunque esa madurez sideral su-

ceda después de la creación y destrucción de algunos universos 

físicos.

Bajo la forma física de un Tamerlán o Gengis Kan, Dios 

Logos Solar, Espíritu Planetario del Sol, Conciencia Espiritual que centraliza el 

progreso de los mundos, que forman cada constelación solar.

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