Ramatís
en la corriente evolutiva de ‘as cadenas planetarias. En seguida
despiertan, crecen, se expanden y absorben la noción relativa
del “bien” y del “mal”, de lo “bello” y de lo “feo”, de lo “sano” y
de lo “enfermizo”, conforme a las latitudes geográficas donde
se estacionan para evolucionar, hasta alcanzar conciencia de su
propio destino, y poco a poco alcanzar las vibraciones superio-
res de la angelitud. Sucesivamente, los espíritus angelizados van
alcanzando niveles superiores hasta llegar a las frecuencias ar-
cangélicas, a través de otros “Grandes Planos” o “Manvantaras”,
asumiendo la responsabilidad de dirigir sistemas planetarios
y hasta constelatorios. Arcángeles emancipados y liberados de
cualquier condición opresiva y restrictiva del Universo, pasan a
orientar y guiar a las nuevas humanidades planetarias, almas
infantiles, que van surgiendo y conquistando su ventura por el
despertar de su conciencia en esa continua sucesión de diástoles
y sístoles cósmicos. Así es la Ley eterna y justa; los “mayores”
enseñan a los “menores” a subir por la escala humana en la
conocida escala de Jacob, cuando los ángeles descienden y su-
ben comunicando la Voluntad y la Sabiduría de Dios para los
hombres.
Bajo tal esquema elaborado por Dios, la conciencia espiri-
tual del hombre, a medida que crece esféricamente, diluye los
límites del tiempo y del espacio, para actuar en otras dimensio-
nes indescriptibles; abarca, entonces, cada vez más, la magnifi-
cencia del Universo en sí mismo, y se transforma en el Mago que
crea otras conciencias menores en su propia Conciencia Sideral.
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