El Evangelio A la Luz del Cosmos 

que todo lo existente proviene de una única fuente. El concepto 

monista elimina el aspecto acentuadamente antropomórfico e 

indica que la vida encontrada en todas las latitudes cósmicas 

obedece a un principio único o central del Universo, en la cual 

Dios es la Unidad Auténtica e Infinita. Se trata de comprender 

que existe un solo Dios que efectúa el aspecto orgánico y dirige 

la función dinámica del Cosmos. Dios es la única e inmodifica-

ble creación, la esencia y la sustancia de donde se originan los 

hombres, cuales chispas o partículas espirituales divinas. Los 

mismos son puestos en marcha en incontables peregrinaciones 

por las formas educativas de los mundos físicos, en el proceso 

de ir adquiriendo mayor grado de conciencia individual y tener 

noción de existir como una entidad aparte, pero vinculada ínti-

mamente al Todo Divino.

El Universo es una entidad que abarca e incorpora todo 

cuanto es posible, y que la criatura humana concibe por exis-

tente, cosa que todavía es incomprensible y dificultosa de en-

tender para el espíritu primario del terrícola, que todavía no 

desarrolló la sensibilidad suficiente para percibir los amplios e 

inmensos vuelos de la Gran Inteligencia.

Pregunta: 

¿Nos podríais dar algunas consideraciones que 

fueran más convincentes, respecto a la concepción monista de 

Dios?

Ramatís: 

El orden y la sabiduría que dirige a los diversos 

fenómenos de la vida en el Universo, demuestran que existe una 

sola Voluntad que crea y gobierna el Cosmos. Fuera del mo-

nismo tendríamos que aceptar la existencia de dos o más vo-

luntades que tuvieran poderes para crear y dirigir el universo, 

oretornar a la hipótesis de la concepción de un Acaso, inteli-

gente y creador. Siendo así, surgirían conflictos, desarmonías y 

choques en el metabolismo cósmico, por fuerza de la diferencia 

de capacidad, objetivos o competición por parte de las mentes 

concursantes.

El mismo Diablo, que vendría a ser otro dios maligno, fue 

relegado de sus funciones de asar y cocinar a los pecadores en 

los clásicos calderos, llenos de aceite y agua hirviendo, debido a 

que el hombre, en su perversidad, ¡consiguió liquidar en algu-

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