El Evangelio A la Luz del Cosmos 

que se procesa a través de las más variadas formas físicas, y 

compatible a cada tipo de mundo que palpita en el universo. 

Examinando la historia biológica y geológica de la naturaleza 

de vuestro mundo, a pesar de las lagunas existentes, no es di-

fícil que el hombre coteje las innumerables pruebas que tiene 

sobre su progreso, desde los niveles inferiores hasta alcanzar los 

superiores a través de los milenios transcurridos, dándose un 

proceso evolutivo y deliberadamente armónico. Es fácil com-

probar ese hecho del progreso, si se examina y compara la vida 

del hombre de las cavernas, con el de la era del concreto, de 

la actualidad. La intervención personal y periódica del hombre 

corrigiendo las cosas y los seres del mundo físico, aunque sólo 

lo realice, dirigiendo y aplicando su inteligencia en la fenomeno-

logía de la materia, porque a través de ella, también se aplica la 

Sabiduría Divina para activar las energías, latentes que fluyen 

por la intimidad de sus propias formas, en el milagro de una 

constante transformación.

La sabiduría y el poder de la Divinidad son perceptibles 

en los sencillos fenómenos de la naturaleza, en las constantes 

mutaciones de las cosas y de los seres orgánicos del mundo, 

y ante la sabida intervención humana. Ejemplificando; aquí el 

fruto salvaje y tóxico sirve de alimento sazonado en la mesa del 

civilizado, después de haber sufrido diversas etapas de perfec-

cionamiento, que le transforma el veneno en jugos sabrosos y 

nutritivos; allí, la fiera indomable y salvaje, acostumbrada a dar 

muerte en medio de la selva, después descansa tranquila y amo-

rosa a los pies del hombre, en la figura del perro amigo; acu-

llá, el troglodita, cuyas manos callosas y torpes apenas sabían 

empuñar la maza mortífera, en su lucha para sobrevivir, ahora 

desliza velozmente sus dedos por el teclado del piano de última 

moda, traduciendo los divinos y universales sonidos de Beetho-

ven, la fuerza telúrica de Wagner, la sensibilidad de Chopin, la 

matemática sonora de Brahms o la espiritualidad de Mozart.

Entonces es evidente que existe una sabiduría que está más 

allá de la capacidad y acción humana y de la seudo espontanei-

dad fenoménica de la naturaleza. Existe una sabiduría que re-

gula la procreación de los seres hasta un límite lógico, para per-

mitir la inteligencia y sana continuidad de la vida. ¡Donde hay 

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