El Evangelio A la Luz del Cosmos 

en un cielo sumamente helado para los esquimales; es el Gran 

Espíritu y con tendencia de cazador, en la creencia de los pieles 

rojas americanos; puede llamarse Zambi, para un negro africa-

no, y consideran al Diablo, tan blanco, como son los europeos 

racistas.

No importa los aspectos que de Dios imagine o tenga la 

humanidad ignorante de la Realidad Divina, lo que más impor-

ta es que puedan sentirlo o identificarlo a través de las fustas 

y sabias leyes, que rigen la Creación. Es la voluntad que presi-

de los fenómenos del Cosmos y comunica a todas las criaturas 

el anhelo de perfección y ascenso. En verdad, el Universo es 

perfecto en su creación infinita y eterna, porque perfecta es la 

Entidad Única que lo creó. Reiteramos: Dios puede percibirse a 

través de sus leyes inmutables, sabias y creadoras, que accionan 

correctamente en todos los niveles de vida y en las más lejanas 

latitudes cósmicas. Son leyes emanadas de un centro único, que 

dirige desde el movimiento del electrón alrededor del núcleo del 

hidrógeno, hasta la inmensurable galaxia.

Además, los equívocos son humanos; Dios creó la energía 

atómica, el hombre diabólico creó la bomba nuclear y arrasó a 

millares y millares de criaturas en pocos minutos; creó el alco-

hol, que limpia metales, desinfecta instrumentos, pone en fun-

cionamiento motores, disuelve tinturas y produce calor en in-

vierno, pero, el hombre lo utiliza para perderse por medio de la 

bebida. El Creador produce naranjas, peras, manzanas, lechuga, 

repollos y zanahorias, más el hombre desprecia la dádiva divina 

de las frutas y vegetales, y estúpidamente construye mataderos, 

frigoríficos y carnicerías, para comer a sus hermanos inferiores, 

¡saturando sus estómagos con los restos cadavéricos de los ami-

gos del hombre! Sin lugar a dudas, que los civilizados superan 

a los honestos salvajes, los que devoraban las carnes crudas 

del adversario valiente, ¡sin la preparación intencionada de las 

ollas a presión o la parrilla de la churrasquería moderna! Dios 

puso sobre la hermosa floresta hermosos pájaros, pero el hom-

bre para descansar de su trabajo semanal, se divierte cazando y 

matando a las aves en el tétrico deporte de la muerte.

El hombre portando fusiles automáticos, con miras telescó-

picas y sincronizadas con luz infrarroja, persigue y mata a los 

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