El Evangelio A la Luz del Cosmos 

Creador. Le basta un poco de percepción psíquica para compro-

bar, en sí mismo, que la vida microcósmica le acciona constan-

temente en la mente y el corazón, alcanzando estados mentales 

superiores y emociones cualitativas poco comunes. La facultad 

que el hombre posee para apreciar y sentir su poder creador, 

partiendo del conocimiento común de la naturaleza, le da as-

pectos más bellos y coherentes, lo que debería ser más que su-

ficiente para probarle la existencia insofisticable de una fuente 

inteligente y conocida tradicionalmente llamada Dios.

Delante de una rosa puede dudar y hasta sofisticar la exis-

tencia del rosal que le dio forma, pudiendo expresar cualquier 

teoría fantástica o excéntrica, que le satisfaga la mente, para 

justificar el origen de esa flor. Sin embargo, el hombre jamás po-

drá eliminar la realidad que existe en el suelo, que es necesario 

para materializar la flor en el rosal, así como no puede negar el 

terreno divino, de donde florece la criatura humana.

Pregunta: 

Muchos filósofos sustentan la tesis de que la fa-

cultad inteligente del hombre es el fruto natural de la necesidad 

de su constante adaptación, sistemática y coherente, en su mul-

tiplicidad de aspectos, fenómenos y ambientes en donde vive. 

¿Cuál es vuestra opinión?

Ramatís: 

Lamentablemente, el excesivo culto a la transi-

toria personalidad humana, inclusive la exaltación de los as-

cendientes biológicos de ciertos linajes de hombres, fruto de 

una aristocracia que por suerte se está extinguiendo, o de una 

burguesía adinerada que envanece a la criatura humana y la 

aleja de su realidad espiritual. El terrícola se ocupa por demás 

a los aspectos pasajeros de su configuración camal e invierte 

los valores de la vida inmortal. Después de los conocimientos y 

descubrimientos científicos de repercusión, los filósofos se des-

lumbran y confunden el efecto con la causa, pasando a exponer 

teorías complejas, cuando no ridículas, para explicar las cosas 

más simples.

La verdad de las cosas es que no existen dos principios fun-

damentales y antagónicos en la creación. El principio regente de 

la Vida es UNO y sólo existe una unidad como centro y origen 

de todas las leyes, reglas y postulados disciplinados del Univer-

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