El Evangelio A la Luz del Cosmos 

ritus amorosos, honestos, humildes, pacientes y pacíficos, cuya 

frecuencia angélica los inmuniza contra los impactos inferiores 

del instinto animal. Y conforme afirma el apóstol Mateo, al revi-

vir las palabras de Jesús que dice: “El pueblo de Dios heredará 

la tierra”, es decir, al estar liberados de juzgamientos y dolores 

recibirán el bien, del cual dispondrán a gusto.

Pregunta: 

Sin embargo insistimos, que esas implacables 

profecías del “Juicio Final” y el “fin de los tiempos” están va-

ticinando el fatalismo de un acontecimiento anticipadamente 

penalista, que desmiente totalmente la Bondad, la Justicia y la 

Magnanimidad de Dios. ¿Cuál es vuestro pensar?

Ramatís: 

Como hemos explicado en otras oportunidades, 

los atributos de Dios son extrapolaciones humanas por falta 

de mejores explicaciones. Siendo así, debéis entender que Dios 

es el conjunto de leyes y principios establecidos para que los 

hombres se angelicen, exceptuados de cualquier concepto o ac-

ción que pueda interpretarse que es un castigo, como vosotros 

lo hacéis. La Ley no castiga, apenas reajusta y conduce hacia el 

equilibrio y la armonía sideral. Después que los espíritus persis-

ten en la delincuencia espiritual y causan perjuicios al prójimo 

y a sí mismos, es que entonces surge providencialmente el co-

rrectivo sidéreo, el cual es totalmente educador.

Además, existen ejemplos en la Biblia, que demuestran esa 

tolerancia divina y las consecuentes reacciones favorables, que 

lo exceptúan de los hechos funestos por haberse convertido a 

última hora. Es el caso de Nínive, la ciudad corrupta de los asi-

dos, que a pesar de haberse vaticinado su aniquilamiento total, 

no fue destruida gracias a la conversión sincera e inmediata de 

su población. Los habitantes de Nínive se integraron totalmente 

a los bienes morales del espíritu, rechazaron los vicios, hicieron 

penitencia purificadora y catalizaron las energías espirituales 

por medio de la modificación interior, a pesar de que los profe-

tas habían anunciado la destrucción total de la ciudad.

Mientras tanto, en otro ejemplo que la Biblia expone, vati-

cinaban los sacerdotes la terrible catástrofe del Diluvio, pero el 

pueblo vicioso y descreído reía y bailaba, en el simbolismo de 

los que no dan importancia a los consejos y advertencias supe-

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