Ramatís

El tema de esa parábola, por lo tanto, se presta muchísimo 

para explicar y comprobar el exilio de los espíritus reproba-

dos en la selección del “Juicio Final” de la tierra. La figura del 

“intruso” en el festín simboliza el conjunto de espíritus que de-

berán ser apartados de la superficie de la tierra porque no con-

siguieron aprender el A-B-C del Amor, por lo cual, no tienen las 

condiciones necesarias para reencarnar en el próximo milenio, 

para proseguir con su desenvolvimiento concienzal. Todo ello 

sucede porque la tierra se encontrará debidamente reformada 

y ajustada geológicamente, pasando a ser un planeta donde no 

habrá más guerras ni odios, y predominará la búsqueda de la 

sabiduría y el orden de actividades creadoras, a través del arte 

y de las ciencias, las qué serán sublimadas por la fraternidad.

La parábola citada no tiene consonancia con el tipo espi-

ritual terrícola que haya sido reprobado en el simbólico “Juicio 

Final”, puesto que éstos han de ser arrojados en las tinieblas 

exteriores, donde sólo existe el “crujir de los dientes”. Esa figura 

se ajusta perfectamente al simbolismo de un mundo primario, 

poblado por seres cuyas vidas son totalmente animalizadas, sel-

váticas y feroces. En un mundo de naturaleza física agreste y 

que indica, que sólo puede existir el “crujir de dientes”, como 

símbolo de la animalidad y donde predomina la violencia, la 

guerra y la ferocidad, en la constante lucha por la sobrevivencia 

que, por otra parte, es tan común entre la mayoría de los actua-

les terrícolas.

Cualquier discípulo de la filosofía espiritualista, basado en 

el pensamiento oriental, sabe que al buscar el “Reino de los Cie-

los”, el candidato debe recorrer la “senda interna” del espíritu, 

apresurar su sensibilidad psíquica y lograr percibir aquello que 

es divino. De esa forma, las “tinieblas exteriores” mencionadas 

por Jesús, no son más que el “camino exterior”, recorrido por 

el alma encarnada a través de su envoltura física. En conse-

cuencia, los espíritus que no aprobaron las lecciones a través de 

los prolongados milenios para su perfeccionamiento espiritual 

y que han despreciado la “senda interna”, deberán recuperar el 

tiempo perdido y recapitular sus lecciones por medio del pro-

longado “camino externo”, a través de una vida llena de dificul-

tades y dolores, porque se trata de recuperar un nivel que en la 

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