El Evangelio A la Luz del Cosmos
mó el organismo carnal, y realizarse como ser espiritual e inte-
gral; por otra parte, necesita adquirir el estado angélico para
liberaría definitivamente de las reencarnaciones. Hasta que eso
suceda, sólo le resta asumir una actitud sensata y tranquila;
tratar de entender los designios divinos a través del respeto y
amor a todas las criaturas, que son manifestaciones palpables
de la Mente Creadora.
Es natural que el hombre civilizado y esclarecido no tenga
dudas sobre el hecho científico de que una ciudad se ilumina
por la fuerza disciplinada de la energía eléctrica, mientras que
para el salvaje, con su mente infantil y supersticiosa, conside-
ra el fenómeno como un misterio sagrado. El poeta se extasía
ante la forma y los colores de una rosa; de esa forma, pronto
transforma la belleza floral en una belleza poética. El sabio, en
el silencio del laboratorio y sin la visión panorámica de la flor,
también se deslumbra y conmueve tal vez más que el poeta al
comprobar la sabiduría oculta que combina los átomos en mo-
léculas, las moléculas en células, las células en tejidos, los teji-
dos en órganos, conformando perfección y armonía en la inves-
tigación de una simple flor. Se emociona el poeta por la belleza
exterior de la rosa y vibra el sabio por el cientificismo que une
y asegura la contextura íntima de la flor. De la misma forma, la
criatura, conforme sea su experiencia, sabiduría, sensibilidad y
evolución, ha de tener visión o concepción de Dios, sea fantasio-
sa o aproximada a la realidad, pero nunca alcanzará la solución
que sobrepase su capacidad mental.
Pregunta:
¿Es censurable esa insatisfacción o incredulidad
del hombre, cuando aún le faltan medios para definir o com-
prender a Dios?
Ramatís:
¿Qué importancia tiene la aflicción del hombre
por no poder comprobar correctamente la realidad de Dios,
cuando a través de las Leyes y los fenómenos inteligentes de la
naturaleza puede sacar sus propias conclusiones respecto a la
existencia del Creador?
La idea de Dios y la seguridad de que existe son innatas en,
el hombre, porque éste es un espíritu, una centella de luz que
despierta y evoluciona constantemente en forma inconsciente
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