El Evangelio A la Luz del Cosmos 

La pequeña hélice, que apenas se usaba para aliviar la tempe-

ratura en el interior de los vehículos a motor, gracias al talento 

de Santos Dumont pasó a girar en el exterior, con un poderoso 

potencial energético, y de a poco, la carroza se fue elevando del 

suelo y comenzó a volar en la figura de la majestuosa aeronave, 

tal como lo había previsto Juan Evangelista hace dos mil años. 

Y el barco, a su vez, tocado por el mismo progreso de la ciencia 

y de la técnica, pasó por la metamorfosis de la carroza, puesto 

que el barco se convirtió en avión y comenzó a deslizarse apre-

suradamente en medio de los ríos para tomar definitivamente 

altura y destacarse como el majestuoso hidroavión.’

Entonces, Juan dejó de ser un profeta visionario o delirante 

para ser reconocido como un hombre poco común, que fue to-

cado por la “Voz del Señor” y fue capaz de prever, con absoluta 

seguridad, el evento de la carroza y el barco transformados en 

aparatos voladores. Los tontos fueron aquellos críticos que de-

bido a su deficiente intuición juzgaron insensato y excéntrico, 

en aquella época, el vaticinio que el profeta Juan había concebi-

do por fuerza de su peculiar percepción psíquica.

Es lo que sucede también con las predicciones del “Fin de 

los Tiempos”, el “Juicio Final” y la “Bestia del Apocalipsis” ya 

expuestas en franca actividad, porque los eslabones y las cone-

xiones intermedias que faltaban, en la actualidad, comenzaron 

a llenar los espacios dudosos de la profecía, y a su vez, marcan 

los acontecimientos trágicos de vuestros días.

Pregunta: 

¿Nos podríais exponer algún ejemplo, es decir, 

algún hecho positivo que nos demuestre alguna predicción?

Ramatís 

Hace dos mil años, los profetas y en especial Juan 

Evangelista, en uno de sus vaticinios y acontecimientos más im-

portantes que sucedería en la “hora de los tiempos”, decía que 

el fuego llovería desde el cielo, lo que causó además de las sor-

presas, la desconfianza y capciosas risas de los entendidos, pues 

desde el cielo la única cosa que podía caer, era agua, jamás fue-

go. En base al progreso de la física y de la química, aliados a los 

eventos de la electrónica, la ciencia terrena construyó la bomba 

atómica, y no cabe la menor duda de que la profecía se cumplió 

con amplio margen, pues han sido innumerables las explosiones 

338