El Evangelio A la Luz del Cosmos
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que dice: “Dios escribe seguro con líneas torcidas”. Él mal, en
síntesis, no es más que el fruto de las conceptuaciones humanas
en busca del progreso o del bien.
Para los ojos de los civilizados, los salvajes son tan ina-
daptados y peligrosos que deberían ser destruidos conforme al
entendimiento de ciertos políticos cuyo raciocinio es bastante
simplista. Mientras tanto, ello es contrario a los principios cós-
micos de la creación Divina, pues los mismos salvajes, concep-
tuados como peligrosos, son los fundamentos vivos y humanos
de donde se generó la propia civilización. El lobo salvaje, una
vez domesticado y tratado con habilidad, se transforma en el
inigualable amigo del hombre, tal como se demuestra a través
de la fidelidad del perro hacia su amo. La dulce y sabrosa na-
ranja es la metamorfosis de la antigua fruta silvestre y acida;
la rosa se abre lozana y perfumada si se planta en medio del
abono indeseable. Ningún símbolo del mal es más expresivo
en su gran transformación hacia él bien, como lo fue el fanáti-
co doctor del Sanedrín, Saulo, que más tarde se transformó en
el heroico y convincente divulgador del Cristianismo, conocido
luego por Pablo.
Sólo las criaturas en cuya intimidad vibran los instintos y
pasiones inferiores, ven en todas las cosas las razones para cen-
surar y criticar. En verdad, los espíritus de graduación superior
y responsables por la evolución de los hombres, jamás conde-
nan lo que es inferior porque saben que todas las cosas son los
medios para Dios y que, por su intermedio, se produce la loable
metamorfosis, procesada a través del espacio y del tiempo. Los
ángeles, por ejemplo, son los buenos labradores que recogen la
siembra del trabajo espiritual y separan amorosamente tanto el
trigo como la cizaña. Además de separar los manojos del trigo y
de la cizaña, valoran las culpas de cada ser en el momento exac-
to de la fructificación; entonces proceden al sabio y afectuoso
injerto que convierte el mal en bien.
Siendo el bien la base de todo lo creado por Dios, jamás la
cizaña de la maldad logrará infestar la buena siembra esparcida
por el mundo. Los buenos segadores estarán atentos y a la es-
pera del momento adecuado para accionar en forma saludable
en favor de los justos, buenos, mansos, humildes y pacíficos,
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