El Evangelio A la Luz del Cosmos
tivamente el majestuoso árbol que aceptó la tarea de plasmarse
en el seno de la tierra, a pesar de tanta adversidad durante su
desenvolvimiento.
Sin lugar a dudas, el reino de Dios
está en el hombre, así como la natura-
leza del roble futuro reside en la semi-
lla. Si consideramos a Dios como Es-
píritu Total y Cósmico, como “Llama”
o “Luz” infinita, por siempre y más allá
del tiempo y del espacio, obviamente,
los espíritus de los hombres o hijos
de Dios han de ser entonces centellas
emanadas de esa eterna, infinita e in-
cognoscible energía.
Pregunta:
Si el hombre es un Dios
en miniatura, ¿no podría conjeturar
en sí mismo la Realidad Divina?
Ramatís:
El espíritu del Creador vitaliza la vida íntima de
cada criatura, como si fuera el “paño de fondo” de la conciencia
del hombre. A medida que el ser amplía esa conciencia esférica,
en .permanente contacto y en forma educativa con la materia
de los mundos planetarios, también abarca mayor área de lo
divino y va percibiendo a Dios con más precisión. Aunque la
simiente posea en potencia las cualidades del vegetal, que de-
mostrará su condición cuando los factores naturales lo permi-
ten, sin embargo, no podría definir por anticipado su posterior
configuración vegetal sino a medida que crezca en su medio
ambiente, en eterna lucha por la’ vida, hasta alcanzar su real
configuración.
Pregunta:
Los ateos aseguran que Dios no existe; que el
universo es obra del acaso, tal vez producto de un accidente
inexplicable. ¿Qué nos podéis decir?
Ramatís:
Respetamos la convicción de cada hombre; sin
embargo, creemos que el acaso o un accidente imprevisible,
puedan producir fenómenos y hechos tan inteligentes como
es la Vida en el Universo, en verdad es un acaso poco lógico.
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