Ramatís

Pregunta: 

Si el reino de Dios se encuentra en el hombre, 

¿por qué no poseemos el entendimiento subjetivo de la Reali-

dad Divina? Aunque hemos sido creados “a imagen de Dios”, 

sin embargo no tenemos una impresión correcta sobre su índo-

le, pues lo único que tenemos es nuestra imperfección espiritual 

e ignorancia, que de nada nos es útil para comprender la natu-

raleza del Creador, ¿no es verdad?

Ramatís: 

El reino del pino está plasmado y esquematizado 

en la simiente, así como la semilla del roble es la imagen del gi-

gantesco árbol de su especie. Sin embargo, sólo podréis valorar 

y comprender la realidad del pino o del roble una vez que ha-

yáis plantado la semilla en la tierra fértil para dar cumplimiento 

al proceso de la metamorfosis vegetal. A través de las fuerzas 

ocultas que dormitan en la intimidad vegetal, ambos necesi-

tan evolucionar, poco a poco, a partir de la simple y pequeña 

semilla, limitada, y poco diferenciada de su estructura general. 

Una vez activada, rompe la cobertura de la vieja semilla, brota, 

crece y alcanza las alturas hasta configurar definitivamente el 

majestuoso árbol, que existía potencialmente en el embrión. La 

simiente, después de sufrir el proceso de adaptación al suelo, no 

siempre propicio, todavía debe concentrar sus fuerzas íntimas 

para romper las membranas externas. Después necesita sobre-

ponerse a la agresividad de los gérmenes del medio donde fue 

sepultada; resistir la potencia del quimismo tóxico de la tierra; 

sufrir la humedad que se filtra en sus entrañas; cavar los surcos 

para desarrollar y afirmarse, para que el brote pueda romper 

la superficie de la tierra; buscar el oxígeno y la libertad para 

enfrentar el aire helado del invierno o el calor abrasador del ve-

rano; sobrevivir a la lluvia torrencial y curvarse humildemente 

ante la inclemencia del viento tormentoso. Incluso debe defen-

derse de la agresión tenaz de los insectos que le exterminan los 

brotes recientes y persistir hasta conformar definitivamente las 

ramas y las hojas. Su único fin es siempre ir hacia lo alto, a pe-

sar de los impedimentos que las especies dañinas le presentan, 

mientras sus raíces rebuscan en el fondo del suelo los elemen-

tos minerales para desarrollarse. A pesar de los innumerables 

factores agresivos del medio, la planta continúa creciendo sin 

poder desviarse del esquema fundamental de conformar defini-

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