Ramatís
por los estados pecaminosos de la criatura humana, escogemos
como ejemplo o paradigma, el estudio de la energía inferior, que
es la base dinámica del “egoísmo”.
El egoísmo es uno de los estados del espíritu que más pre-
domina en la intimidad de la persona, porque es la base o fun-
damento de la composición del propio “ego” humano en su tra-
yectoria educativa y preliminar para alcanzar definitivamente
el estado de conciencia individual. Toda obra de evolución en
el universo se reduce a desarrollar el amor en los individuos,
por cuya razón al buscar el ejercicio de ese amor en potencia,
derivado de Dios, es justo que la persona primero comience a
amarse a sí misma- Es un amor egoísta, sin lugar a dudas, pero
inspirado en el amor de Dios que palpita indestructiblemen-
te en lo íntimo de toda criatura. Aunque el egoísmo sea estig-
matizante, confrontándolo con la virtud del altruismo, aun así,
ese fanático amor del hombre para consigo mismo sigue siendo
la base natural y lógica que promueve la gestación del futuro
amor de los ángeles y de los santos para toda la eternidad. ¿La
sabrosa y perfumada fruta no es el producto alcanzado por la
desintegración de la materia en descomposición en el seno de la
tierra? ¡Después del período de autodestrucción de la simiente
comienza a crecer y a tomar cuerpo aquello que se encuentra en
el interior de la semilla, ante el toque creador del calor amigo
del sol!
Sin embargo, en nuestra presente explicación, debemos
considerar el egoísmo en su transitoria función de “error”, pues-
to que termina su función creadora y perjudica al ajeno, dado
que lo cultiva en exceso para atender a su “ego inferior” y olvida
al prójimo. En consecuencia, la persona profundamente egoísta
vive aparte, deliberadamente aislada de la colectividad, en un
culto excesivo por su propia individualidad, desinteresada de
cualquier problema que se encuentre más allá de su propio bien.
El egoísta es una especie de verruga en el cuerpo de la hu-
manidad, es el ciudadano que atraviesa la vida física con un
estado de espíritu predominantemente personal, y para su ex-
clusiva comodidad. Pero desde que no existen milagros para
los hechos y fenómenos de la vida, sustentados o regulados por
leyes, principios y energías, entonces, el estado de egoísmo per-
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