El Evangelio A la Luz del Cosmos
de ahorcado aparece en el cuerpo físico. Bajo la ley de que “A
cada uno le será dado conforme a sus obras”, la víctima provoca
serias anomalías en la delicadísima contextura de su periespí-
ritu; por ello ha de cargar en su nueva existencia la gibosidad
oel estigma kármico de su obra ruin, cometida en el pasado.
[14]
Dice la Ley, que “La siembra es libre y la cosecha obligato-
ria”, por cuyo motivo quien se suicida por medio de la asfixia
en el agua, ineludiblemente ha de renacer estigmatizado por el
terrible mal del asma bronquial, cuya vida será una constante
desesperación en busca del mismo oxígeno que otrora despre-
ció. El suicida que se destruye por la acción del puñal filoso,
clavado en el corazón, es el futuro cardiópata congénito, que
suspira minuto a minuto por la misma vida que rechazó en un
momento de rebeldía espiritual. Por eso, innumerables criaturas
recorren la “vía sacra” de los consultorios médicos y hospitales,
buscando solución para sus úlceras de estómago o esófago, pro-
ducida por veneno cáustico que aplicaron en el pasado; otras
personas caminan desdichadamente en un constante balanceo
por causa de la flacidez de sus nervios y por la deformación de
sus huesos, motivados por la locura de arrojarse de las alturas
y estropear el cuerpo, que le fuera entregado para la ventura
y felicidad. También es dado observar a las personas sordas y
mudas, que sufren el silencio cruel de no oír ni hablar, cuya
imprudencia del pasado los llevó a destrozarse el cráneo bajo el
plomo de la bala.
Pregunta: ¿De
qué forma una carga fluídica y mórbida,
provocada por un determinado pecado, puede causar cierta y
específica enfermedad en el proceso de desintoxicación del peri-
espíritu hacia la materia del cuerpo humano?
Ramatís:
A fin de elucidar vuestra pregunta, podemos deci-
ros que entre la gran cantidad de fluidos patogénicos originados
14
Ver la obra Problemas del Ser, del Destino y del Dolor, de León Denis, en el
siguiente párrafo: “En cuanto a los suicidas, la perturbación que la muerte les
provoca es profunda, dolorosa y penosa. La angustia los encadena y les dura
hasta la encarnación siguiente. Su gesto criminal le causa al cuerpo fluídico un
aplastamiento violento y prolongado que se transmitirá al organismo carnal por
el renacimiento. La mayor parte de ellos vuelven enfermos a la tierra. Estando el
suicida en toda su fuerza de vida, el acto brutal que lo destroza le provocará lejanas
repercusiones en su estado vibratorio y determinará afecciones nerviosas en sus
futuras vidas terrestres”.
308