Ramatís

tejido del periespíritu y que durante la gestación altera la con-

textura anátomo-fisiológica del cuerpo físico.

De ahí, que innumerables criaturas nacen marcadas por 

frustraciones, complejos, defectos anatómicos e insuficiencias 

mentales y fisiológicas que le traban su actividad humana en 

la condición de estigmas “pre-reencarnatorios”. Son defectos y 

cicatrices periespirituales o “pre-reencarnatorios” que desafían a 

la capacidad, destreza y conocimiento médico del mundo, dado 

que nadie puede modificar el árbol, si intenta ingenuamente 

operar la sombra de éste.

Pregunta: 

¿Nos podríais dar algunos de esos ejemplos so-

bre estigmas que se transmiten desde el periespíritu hacia el 

cuerpo físico en cada encarnación?

Ramatís: 

En otras oportunidades hemos dicho que el cuer-

po físico es la materialización del periespíritu, con las cualidades 

odefectos que le son propios; es una especie de “esponja viva” 

que durante la existencia humana absorbe las toxinas del alma. 

Las equivocaciones que el hombre comete en cada existencia 

carnal crean estados especiales en su espíritu, y estos generan 

condiciones aflictivas o trágicas para las próximas encarnacio-

nes. Además, el pecado no es una ofensa para Dios, pero sí para 

el mismo pecador, debido a que deja residuos patológicos por 

causa de su acción pecaminosa.

La crueldad, por ejemplo, produce fluidos tóxicos tan co-

rrosivos y adherentes para el alma perversa, que al drenarlos 

del periespíritu hacia el cuerpo físico, en su próxima existencia, 

perturban el metabolismo neuro-psíquico y causan disturbios 

mentales, tales como paronias, esquizofrenias y personalidades 

psicopáticas perversas. He ahí porqué existe una particularidad 

latente en todos estos casos, puesto que sienten en sí mismos 

las erupciones de las maldades cometidas en otras encarnacio-

nes. Las impotencias y esterilidades afines al área del sistema 

endocrino pueden ser los efectos del exceso de lujuria en vidas 

pasadas; las pasiones violentas y destructoras conducen futura-

mente a la epilepsia, a los ataques convulsivos, cuya compensa-

ción medicamentosa es difícil cuando no imposible, terminando 

irremediablemente en la demencia epiléptica.

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