El Evangelio A la Luz del Cosmos
fluídicas tan tenues y diáfanas que, una vez utilizadas, se vola-
tizan en el periespíritu, sin dejar manchas o adherencia alguna.
Además, y con la intención de reforzaros el raciocinio y la
mentalización dinámica sobre el tema, os recordamos que el
fogón a leña siempre deja como residuo cenizas y las paredes
manchadas de hollín, mientras que la cocina eléctrica consume
combustible sutil que no deja manchas ni olores desagradables.
Pregunta:
Considerando que las toxinas que se desprenden
del periespíritu causan enfermedades en el cuerpo carnal, en la
futura encarnación, ¿también podríamos considerar, que las de-
ficiencias e incorrecciones del periespíritu se pueden manifestar
como molestias o deformaciones congénitas?
Ramatís:
Repetimos; el periespíritu es el vehículo o la ma-
triz original preexistente y portadora de la totalidad de los ór-
ganos, que posteriormente deben materializarse conforme a las
leyes del mundo físico. El periespíritu absorbe desde el prona,
que es la energía responsable de la vida en los diversos planos
de la creación, sumándose a esta la sustancia mental que con-
forma el centro del raciocino, así como también el fluido astra-
lino que fundamenta la emoción y el sentimiento. A través del
doble etérico se produce el descenso de las energías creadoras
que definitivamente plasmarán el cuerpo carnal, cuya frecuen-
cia son mucho más bajas.
En consecuencia, el periespíritu, como matriz responsable
de la configuración humana, nos recuerda al fenómeno que su-
cede con el molde que el escultor debe llenar para lograr el éxito
de su obra. Así como la estatua fundida en ese molde puede
presentar defectos por estar mal trabajada, el cuerpo carnal del
hombre presenta también fallas o deformaciones, incorreccio-
nes, intoxicaciones, lesiones y demás alteraciones congénitas,
como resultantes específicos y negativos que obedecen a su
periespíritu. Mientras tanto, tales alteraciones generadas en el
individuo y expuestas al nacer, son provenientes de insanias,
desajustes, actos de rebeldías espirituales y errores cometidos
en vidas anteriores.
Por eso, lo expuesto anteriormente es el producto de los
defectos, marcas y lesiones deplorables que afectan al delicado
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