El Evangelio A la Luz del Cosmos 

cos astralinos, que nos hace recordar el uso del barro aplicado 

sobre la piel para limpieza de ésta, utilizado en los institutos 

de belleza de la tierra, es muy difícil la absorción completa del 

tóxico que porta el periespíritu. Casi siempre, sobra cierta can-

tidad de residuos nocivos, porque el lodo absorbente y astralino 

apenas soluciona la parte periférica del paciente en tratamiento. 

El saldo deletéreo de las toxinas, que resulta de la carga fluídica 

y mórbida adherida durante la vida física, pero imposible de 

solucionar totalmente en el espacio, requiere la drenación hacia 

la misma tierra, es decir, hacia la fuente original de donde fue 

extraída.

Pregunta: 

¿Qué tipo de proceso se aplica para efectuar ese 

drenaje fluídico del periespíritu hacia la tierra?

Ramatís: 

Para drenar esa carga nociva, adquirida en vidas 

anteriores, necesita retomar una nueva existencia física, cuyo 

cuerpo carnal pasa a funcionar como una especie de “secante” 

vivo, que es capa de transferir el residual tóxico del periespíritu 

hacia el suelo terreno, después de la muerte material. He ahí 

el motivo por el que el Catolicismo considera que la tierra es 

un valle de lágrimas, donde las almas lavan sus pecados y se 

purifican a través de los sufrimientos, siendo éste el proceso 

terapéutico que limpia la contextura periespiritual.

En el transcurso de cada encarnación, desde la infancia 

hasta la vejez, el organismo carnal del hombre absorbe las to-

xinas adheridas a su periespíritu, las cuales se desprenden bajo 

la misma ley de gravedad, es decir, del magnetismo específico 

de la tierra. La acción imantadora del cuerpo físico propicia 

la atracción fluídica y purificadora del periespíritu intoxicado, 

mientras que la muerte carnal conduce al proceso figurado del 

“secante” o “esponja” viva hacia la tumba, donde la fauna de los 

sepulcros ultima la tarea desintegradora al campo etéreo físico 

de la tierra.

Pregunta: 

Necesitaríamos algunos ejemplos para facilitar 

nuestra comprensión mental sobre la diferencia que existe res-

pecto a la densidad de los fluidos buenos o malos, según el em-

pleo que la persona le da, sea con el prójimo o consigo mismo. 

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