El Evangelio A la Luz del Cosmos 

por la sustancia que se encuentra en el límite donde termina el 

mundo oculto y comienza el mundo material. El doble etérico 

acciona en perfecta sincronía con el periespíritu, en una acción 

y reacción íntimas hacia el exterior y de éste hacia la intimidad 

espiritual.

Siendo así, el espíritu piensa por el cuerpo mental, siente 

por el cuerpo astral y se liga y acciona por medio del doble etéri-

co o cuerpo vital, dirigiendo al organismo físico por intermedio 

de los siete centros de fuerzas, especie de discos giratorios que 

se aglutinan y sitúan en las principales regiones y plexos nervio-

sos, denominados chakras, cuyo funcionamiento nos recuerda 

a los “relé” tan importantes para ligar y desligar los circuitos 

eléctricos. El doble etérico está constituido de la energía etérica 

que desciende de los planos superiores y simultáneamente se 

yuxtapone a las fuerzas físicas, que aún se procesan para el 

estado sólido de la materia. El periespíritu, el doble etérico y 

el cuerpo físico trabajan perfectamente interpenetrados en un 

solo block o conjunto, en un constante intercambio de energías, 

proporcionando el camino para que el espíritu inmortal que se 

encuentra en su plano electivo pueda movilizar la materia sin 

decaer en su vibración original.

Los centros de fuerzas etéricas o más conocidos por chakras 

se 

sitúan sobre el doble etérico y se parecen a discos, ruedas o, 

con más precisión, dan la idea de las hélices de los aviones en 

rotación acelerada. Ligan y desligan ininterrumpidamente el or-

ganismo físico, a través de los plexos nerviosos, al periespíritu, 

por intermedio de los centros internos periespirituales. Además, 

el trabajo de los chakras en las relaciones del periespíritu y el 

cuerpo carnal regula el pasaje de las cargas del mundo oculto 

hacia el físico, y bajo la misma función, en el sentido inverso.

Además de la función de ser un mediador entre ambos 

mundos, el doble etérico funciona como un centro de absorción 

de la “energía vital” del medio ambiente, por cuyo motivo se jus-

tifica su condición de “cuerpo vital”. Algunos preceptores orien-

tales comparan al doble etérico, con una “cuba de revelación” en 

la cual se procesa primero el negativo, para después conseguir el 

positivo. Le cabe captar y drenar la sustancia ectoplásmica a fin 

de proporcionar el camino de la materialización del periespíritu 

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