Ramatís

oscuros, grasoso y espesos, cuyo aspecto repulsivo manifiesta 

una temperatura helada y olor nauseabundo. Al igual que una 

lámpara cristalina, el periespíritu transmite mayor cuota de luz 

cuando el voltaje es equilibrado, y todo lo contrario, cuando 

el ambiente es bajo y la frecuencia de poca intensidad, lo que 

permite una luz apagada y de escasa utilidad. Mientras Nerón 

no alcanzaba a irradiar un solo hilo de luz a su alrededor, Jesús 

podía iluminar el Monte Tabor, en su indescriptible transfigura-

ción bíblica.

Pregunta: 

¿Decís que el periespíritu preexiste y sobrevive 

después de la muerte del cuerpo físico? ¿Podríais exponernos 

algunos detalles sobre su naturaleza inmortal?

Ramatís: 

Os recordamos nuevamente que el periespíritu no 

es un cuerpo vaporoso o gaseoso, como la enunció A. Kardec en 

el Libro de los Espíritus, puesto que se trata de un psico orga-

nismo, complejo, que se perfecciona y purifica paralelamente a 

la evolución de la conciencia del espíritu, que se desenvuelve en 

el seno del Cosmos. Además, el periespíritu es la matriz funda-

mental, el modelo que materializa al cuerpo físico del hombre, 

en sus múltiples encarnaciones. ¡Es el arquetipo de cada ser 

humano!

A través del vientre femenino, el que nos recuerda a una 

verdadera “cámara de materialización”, el periespíritu confor-

ma la estructura de su cuerpo carnal, absorbiendo, distribuyen-

do y reorganizando la sustancia que recibe por vía hereditaria 

de la nueva familia, disciplinada por las conocidas leyes de la 

genética humana. El periespíritu, a través de las vidas sucesivas, 

se vuelve más sutil, sea en base al sufrimiento humano, que 

sensibiliza y purifica, o por medio de la acción sublime y crea-

dora, o bien, por el conocimiento adquirido. Las energías que 

“descienden” del mundo angélico, en permanente filtraje por la 

contextura del periespíritu humano, entran en fusión con las 

fuerzas agresivas que suben de la vida animal, de cuyo encuen-

tro vibratorio, de a poco, se decanta el residual inferior en favor 

del principio espiritual superior. Bajo tal metabolismo creador y 

simultáneamente selectivo, el periespíritu humano se ajusta a la 

frecuencia vibratoria angélica, hasta liberarse definitivamente 

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