El Evangelio A la Luz del Cosmos 

ligrosos y “pecaminosos” hasta aprender a controlar las pasio-

nes y vicios que lo imantan a la materia y le impiden percibir la 

felicidad de la vida angélica.

Pregunta: 

Si el espíritu no es originalmente enfermo o de-

fectuoso, ¿qué razón existe para los nacimientos congénitos, 

defectuosos y verdaderos “muertos en vida”, que pasan por el 

mundo físico como si fueran momias desligadas del medio am-

biente?

Ramatís: 

El espíritu del hombre, en esencia, es una cente-

lla o llama de luz que se encuentra vinculada a Dios, como la 

gota de agua al océano. Por fuerza de su origen divino, jamás 

podrá rechazar o querer eliminar de sí su naturaleza eterna. 

Al comenzar su individualización o concietización en el univer-

so, necesita construir su personalidad para su debida acción y 

que lo identifique en forma particular entre los demás seres del 

mundo. Cuando comienza a relacionar su interior espiritual con 

el exterior energético o físico de la vida, en los diversos planos 

y latitudes del Cosmos, a fin de sentir y saber conscientemente, 

esa llama virgen y luminiscente necesita de un mediador o vehí-

culo de eficaz comunicación.

Por medio de siglos y milenios de experiencias, efectuadas 

lenta y constantemente, el espíritu va plasmando los eslabones 

de comunicación, que en un “descenso vibratorio” le permiten 

accionar en la lentitud vibratoria de la materia, y a su vez en su 

propio y real campo espiritual. Por lo tanto, se trata de un ins-

trumento de intercambio con los fenómenos y acontecimientos 

que suceden en su intimidad y también, en el ambiente a que 

se relaciona. Manifestándose en sucesivas vidas físicas y plane-

tarias, cada vez más evolucionado y sensibilizado, el espíritu 

organiza ese ropaje o centro eterno de conciencia, grabando y 

conformando el acervo de su memoria en el tiempo y en el es-

pacio, como si fuera un indestructible y progresivo videotape. 

Tratándose de tan maravilloso e inmortal organismo, que Allan 
Kar

dec denominó de “periespíritu”, y que lo hemos explicado 

detalladamente en la presente obra, inclusive en lo que refiere 

a los motivos que él genera, respecto a las enfermedades con-

génitas y que pertenecen a las rectificaciones determinadas por 

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