Ramatís

seno de Dios, el espíritu del hombre es la chispa virgen que en 

cierto y determinado tiempo comienza a vibrar interiormente y 

comienza, poco a poco, su individualidad por la mayor toma de 

conciencia sobre su eterno existir. Entonces desarrolla la sensi-

bilidad y la noción de “saber”, tanto cuanto más participa y se 

relaciona con el curso educativo de la vida material. Sin embar-

go, en el curso para adquirir mayor conciencia sobre sí mismo 

y a su vez conocimientos sobre el universo, el espíritu comete 

muchas torpezas, propias de su inmadurez de conciencia. Pero, 

en base al concepto de la Ley Divina que dice, que “no ha de 

perderse una sola oveja del aprisco del Señor”, todo espíritu 

equivocado sufre su reajuste y es corregido a tiempo, hasta que 

vibre armónicamente y se integre definitivamente en el camino 

angélico.

A fin de facilitar la concietización del espíritu para distin-

guir los valores “positivos” o evolutivos que resalten sobre los 

valores “negativos” o contrarios al progreso, la Administración 

Sideral de la tierra estableció que los primeros serían “virtudes” 

y los segundos, “pecados”. Siendo así, todas las acciones creado-

ras y de favorecimiento espiritual son las virtudes porque ace-

leran el ascenso angélico de la persona, mientras que el lastre 

inferior de la animalidad simboliza a los pecados, que deben 

ser superados. El pecado, por lo tanto, es un estado de desequi-

librio, un defasaje con la Ley Suprema, mientras que la virtud 

significa la vibración en la misma fase, para la metamorfosis 

sideral, que tiene por meta el progreso.

Cuando el espíritu sobrepasa el límite del buen sentido, por 

la práctica de actos nocivos, entonces causa el retardamiento 

indeseable para su propio ascenso espiritual. Pero a medida que 

el hombre toma conocimiento de “dónde procede y hacia dónde 

se dirige” confiando sumiso en la voz interna que le intuye res-

pecto a la senda espiritual a seguir, entonces acelera sus pasos 

por el camino de la ventura eterna. Cuando el espíritu cursa 

provechosamente el ciclo educativo de la vida física, entonces 

genera un Karma de efecto tranquilo, el que le proporciona, en 

el futuro, una vida provechosa y pacífica. Pero si se equivoca o 

se rebela contra la Ley de Seguridad Espiritual, necesita sufrir 

la rectificación compulsiva, que le suprima los movimientos pe-

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