Ramatís

el cuerpo físico o la vida material es una forma de vida inferior 

e indeseable? Los más rigurosos pregonan el culto exclusivo 

del espíritu y anatematizan inexorablemente que la “materia no 

vale nada”. ¿Están en lo cierto?

Ramatís: 

Existen muchas nociones censurables por parte 

de algunos credos religiosos, o de ciertas escuelas espiritualis-

tas, aunque su meta es combatir el excesivo racionalismo nega-

tivo de los materialistas. Exaltan únicamente el Espíritu porque 

es la entidad auténtica e inmortal, pero censuran incondicional-

mente al cuerpo físico como causante de los desequilibrios.

Es evidente que tales pastores, sacerdotes, adoctrinadores o 

expositores espiritualistas no percibieron aún el verdadero sen-

tido del cuerpo físico que anima el espíritu del hombre. No es 

propiamente un objeto o vehículo independiente del Espíritu, 

sino que es la reproducción exacta del periespíritu a través de 

la cámara de materialización, que es el útero de la mujer terre-

na. El organismo físico, aunque posea características o trazos 

fisonómicos de la ancestralidad, sin embargo, es la proyección 

material del Espíritu eterno, manifestándose a través de su pe-

riespíritu.

De allí que expresa la voluntad, el deseo, el temperamento, 

los sueños y las ideas de su dueño espiritual. No es un instru-

mento aislado, que después de usado diariamente puede guar-

darse en un armario. ¡No! Es el instrumento “vivo” que demues-

tra la naturaleza periespiritual del hombre, el que se encuentra 

cubierto con un nuevo ropaje carnal. Así como existe cierta 

semejanza entre pinos, cedros y demás árboles de una misma 

familia vegetal, lo mismo sucede con la uniformización física 

del espíritu encarnado y unido a la consanguinidad de cierta fa-

milia. En base a esa ancestralidad biológica, trae, en su aspecto 

anátomo-fisiológico, algo que pertenece al conjunto carnal del 

cual se sirvió para conseguir su materialización en la tierra. Y 

la semejanza física se acentúa en toda la parentela, porque los 

miembros o unidades del conjunto son atraídos por la fuerza 

de la afinidad espiritual, o imantados por emociones y pasiones 

parecidas.

En consecuencia, es criticable el ingenuo concepto que po-

seen ciertos espiritualistas y religiosos que, desconociendo la 

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