El Evangelio A la Luz del Cosmos 

indispensable y valioso para que el espíritu alcance su mani-

festación positiva y coherente en el ambiente del mundo físico. 

Nos recuerda el caso del eximio violinista, que utiliza su instru-

mento para expresar su talento musical. El hombre carnal no es 

una entidad definitiva, puesto que es la personalidad humana 

modelada en su configuración física. Es tan sólo un instrumento 

de expresión, trabajo y aprendizaje del espíritu eterno; en fin, 

es la materialización del acervo constituido por el periespíritu 

preexistente y sobreviviente a la organización de la carne- El 

cuerpo humano, estructurado por los elementos substanciales 

del mundo y vitalizados por la pródiga presencia del agua, es 

un producto o vestimenta transitoria modelada en el mundo 

tierra, que sirve al espíritu, pero no es su identidad sideral defi-

nitiva. Siendo así, lo que es nacido de carne, carne es, es decir, el 

cuerpo físico, limitado y transitorio, en el tiempo y en el espacio, 

mientras que la real identidad del ser, en verdad, es nacida del 

Espíritu.

Pregunta: 

El espíritu del hombre “desciende” o “baja” del 

mundo oculto, donde vive, para encarnar en el cuerpo físico, 

¿no es verdad?

Ramatís: 

El espíritu eterno es inmutable, jamás abandona 

su mundo espiritual. En verdad, se manifiesta a través de un 

cuerpo modelado por su propia configuración periespiritual, 

milenaria y original. En fin, se materializa por la aglutinación 

de átomos, moléculas y substancias, que son heredadas de la 

ancestralidad biológica de la familia, donde debe encarnar.

En cada existencia carnal, el periespíritu se manifiesta en 

el mundo material, bajo la estructura anátomo-fisiológica he-

reditaria del nuevo conjunto o agrupación familiar, en donde 

debe tomar cuerpo. La contextura del periespíritu entonces, nos 

recuerda al armazón de hierro de un edificio, el cual permanece 

siempre en idénticas condiciones, sea cual fuere el aspecto ex-

terior o las divisiones internas que tuviere. La encarnación no 

quiere decir que se pierda la identidad espiritual, ni que tampo-

co el espíritu abandona su morada sideral, donde es eterno e in-

destructible. No se funde ni se diluye en la composición de cada 

organismo físico, sino que opera a través de su periespíritu y de 

266