El Evangelio A la Luz del Cosmos
Mientras tanto, aceptaban sumisos la idea de que el alma po-
día resucitar en el día del Juicio Final y recomponer su viejo
cuerpo, ya “fallecido” y desintegrado en la tumba- Admitían la
insensata posibilidad de reactivar o revivir los mismos átomos
y moléculas de los cadáveres, que se encontraban dispersos en
los ambientes fúnebres de los sepulcros, y resucitar en un orga-
nismo sano y eficiente. Algunas veces, desconfiaban, y su lógica
los llevaba a comprender la realidad y posible reencarnación
por medio de nuevos cuerpos físicos. Mientras tanto, mezclaban
comúnmente esa lógica comprensión de un nuevo renacimiento
carnal con la posibilidad insensata de que el alma resucitara en
la tumba y fuera capaz de recomponer su organismo, desapare-
cido en las entrañas del suelo.
En consecuencia, la resurrección divulgada por la Iglesia
Católica, en nada se asemeja a la resurrección admitida y cul-
tivada por las doctrinas reencarnacionistas. Sin lugar a dudas,
el buen sentido se opone a la aberración de que el alma pueda
reconstituir nuevamente su antiguo cuerpo carnal y utilizar el
mismo material orgánico disuelto e incorporado por la asimila-
ción biológica a otros organismos de la naturaleza. Es insensato
materializar a quien ya se encuentra “muerto” y sacrificar a los
que se encuentran “vivos”.
La doctrina de la reencarnación es una concepción lógica,
porque no existe la desintegración de las formas vivas, para
reconstruir y revivir las formas muertas. Es nuestro espíritu
quien compone y dirige, sucesivamente, nuevos cuerpos gene-
rados de la fuente inagotable de las substancias vivas, a través
de la gestación normal, en los vientres femeninos. Mientras el
Catolicismo aún admite la resurrección para el Juicio Final, o
la ingenua concepción judaica, que subentiende el retorno de
la vida material ya extinguida, la reencarnación comprende y
demuestra, con seguridad racional, la posibilidad que tiene el
espíritu de volver a la vida física, pero sin violentar o derogar
las coherentes leyes de la Creación.
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Nota del Médium:
Es frontalmente aberrativo admitir la resurrección de los
muertos, conforme explica el Catolicismo, puesto que los cadáveres desintegrados
en el seno de la tierra han de servir con sus sustancias liberadas para dar vida a
nuevas formas vegetales, como son las verduras alimenticias entre otras especies.
Los aminoácidos, minerales, vitaminas, proteínas y enzimas serán consumidas por
los “vivos”, en el complemento de su alimentación, volviéndose un absurdo que
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