Ramatís

vidas físicas o encarnaciones en diversos planetas de diferentes 

graduaciones, para llegar a conclusiones verdaderas y reales so-

bre esa irrefutable verdad. Lenta, sensata y conscientemente, el 

espíritu comienza a graduarse para integrarse a la vida angéli-

ca, pero a través del esfuerzo propio.

He ahí porqué Jesús anunció categóricamente, que “ningu-

no podría ver el reino de Dios, si no renaciera de nuevo”, puesto 

que es de Ley, que el espíritu a medida que se gradúa a través 

de las lecciones educativas y físicas, también afina y sublima su 

periespíritu.

Existe un sentido de “renovación” o “resurrección” constan-

te, en todas las latitudes del universo, y cuando el espíritu re-

nace en múltiples existencias en la tierra, comprueba a través 

del mundo microcósmico humano, la similitud de una regla o 

principio, que acciona en perfecta armonía con la Ley de Reno-

vación del Universo.

Pregunta: 

¿La resurrección tan pregonada por la Iglesia 

Católica, es el mismo principio cultivado por los espiritas, teó-

sofos, rosacruces, esoteristas, yogas, hinduistas y budistas, co-

nocido tradicionalmente como proceso reencarnatorio?

Ramatís: 

Existe alguna diferencia de apreciación sobre ese 

punto, pues los judíos, a través de sus dogmas seculares, con-

sideraban la resurrección como que el alma regresaba al mun-

do físico, pero pudiendo recomponer su antiguo cuerpo carnal, 

aunque éste fuera desintegrado por la fauna y la flora de los se-

pulcros. Ese dogma, en aquella época no era muy bien aclarado 

oentendido por los mismos judíos, pues no sabían definirlo con

la lógica de un hecho común y racional.

Todo era vago y sujeto a muchas interpretaciones, dado que 

se basaban en nociones incompletas e inciertas. Los judíos no 

tenían conocimientos claros y exactos sobre la forma, de cómo 

el alma se ligaba al cuerpo físico, tal como en la actualidad 

sucede con los católicos. Ellos se conformaban, ingenuamente, 

con las respuestas dogmáticas de sus sacerdotes, que aducían 

tratarse de un “misterio” prohibido por Jehová. No conseguían 

precisar con seguridad respecto al hecho o a la posibilidad de 

que el alma había vivido en otros cuerpos en vidas anteriores. 

263