El Evangelio A la Luz del Cosmos 

como perfecto es el Padre”. En su microcosmos, el espíritu cons-

ciente despertó todas sus cualidades macrocósmicas del Crea-

dor; el reino -microcósmico humano, en realidad, se fusiona con 

el reino macrocósmico Divino.

Pregunta: 

Considerando que todo es acertado en el Univer-

so, y que “no cae un solo cabello de la cabeza del hombre, sin 

que Dios no lo sepa”, ¿en qué momento el hombre sabe que es 

“más” o “menos” perfecto, si no sabe nada sobre la perfección del 

estado divino? ¿Cómo sabemos que el hombre alcanzó la per-

fección, si desconocemos la base divina que nos pueda indicar 

la realidad sobre la perfección?

Ramatís: 

Como estáis viviendo en un mundo primario y 

limitado por las formas transitorias, como es la tierra, se justi-

fica la gran dificultad que poseéis para entender la naturaleza 

de Dios, si os damos un ejemplo comparativo y deficiente en 

base a la vida humana. Creemos que sería mucho más fácil para 

Einstein hacerle comprender a un hotentote el esquema diná-

mico de la ley de la relatividad que un terrícola pueda percibir 

satisfactoriamente la verdadera contextura de Dios.

Ninguna concepción humana basada en los fenómenos y 

hechos relativos al mundo físico podría explicar o dar a enten-

der lo que es la realidad divina en su esencia pura. En conse-

cuencia, la concepción sobre Dios evoluciona y se perfecciona 

conforme sea el mayor índice científico e intelectivo del hombre. 

El más renombrado filósofo y pensador de vuestro orbe, jamás 

podrá conceptuar la naturaleza de Dios, puesto que lo único 

que podrá conjeturar es la contextura de un Dios que posee 

enormes atributos, los cuales según la evolución de su concien-

cia, imaginará elevarlos al infinito.¿Qué idea han de tener los te-

rrícolas de Dios, de aquí a dos o tres milenios, tomando por base 

los conocimientos y las realizaciones avanzadas, que prometen 

la tecnología y la ciencia, disciplinadas por las computadoras en 

franca y veloz evolución?

En consecuencia y sin querer herir susceptibilidades en la 

personalidad humana, tan orgullosa de su capacidad intelectiva 

y científica, el hombre deberá conformarse en percibir más o 

menos la dinámica que conduce o lo guía a la perfección, antes 

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